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Ariana Díaz Celma

Carlota no es sólo el nombre de uno de nuestros restaurantes favoritos del mes, sino también el de su creadora, una risueña chef de aura pizpireta que contagia su frescura a la carta del restaurante que regenta. Madre de dos hijos, emprendedora e hiperactiva encantadora, Carlota es la heredera del Alba Granados y el Alba París, cuyo cambio de rumbo lleva ahora a cabo con el rediseño no sólo de la carta, sino también del espacio en sí. Del Alba París conserva paredes paneladas de madera con referencias de vino y algún que otro barril, aunque ahora mezcla estos elementos con otros objetos decorativos y muebles muy femeninos, que dan al espacio la personalidad de la que igual antes carecía. Ahora es un lugar coqueto, agradable y acogedor.

Como hemos avanzado, Carlota es un culo inquieto. Empieza cada mañana para servir desayunos. A juzgar por la longitud de la carta, seguramente también es de las que piensa que es la comida más importante del día. Escoge entre sus flautas, hechas con productos de proximidad, las crêpes dulces y saladas, sus mixtos ‘hechos con todo su cariño’, las tortillas con uno o más ingredientes, bollería, pasteles caseros que harán rugir las tripas con sólo echar un vistazo, o los desayunos de tenedor, que van desde los contundentes huevos estrellados clásicos -una de las especialidades de la casa-, hasta los callos.

Carlota sigue despertando pasiones y apetitos al mediodía y la noche. Algunos de los platos de los que nos encaaprichamos son las croquetas, cocinadas según la receta de su abuela Victoria o el foie en dos cocciones con pan de espelta, cebolla y uva. No obstante, nadie puede abandonar este nuevo must foodie sin probar alguno de sus huevos estrellados de gallinas camperas, ya sean los de sobrasada ibérica o los de setas y mantequilla de trufa. También cuentan con delicatessen recién llegadas del mar como el sashimi de atún Blue Finn, nuestro favorito, u otras recetas que nos recuerdan que la chef siente cierta debilidad por la fusión de la comida tradicional con algún que otro componente asiático. Así lo atestigua el ‘xató’ servido como un rollo maki o los canelones Wantoon rellenos de pollo. Especialmente sabrosa es también la hamburguesa de ternera de Girona con salsa de cola y queso urgelia. Si puedes controlar tu apetito, recomendamos que dejes algo de hueco para los postres, tras probar exquisiteces como los saquitos de crema pastelera con confitura de naranja y albahaca, lo agradecerás.

Comer en el Carlota te costará alrededor de 25/30 euros, que sentirás como una inversión en toda regla, en parte por la honestidad de la propuesta, en parte por el trato. Y todo acompañado de una surtida carta de vinos, con suficientes referencias para que no repitas ni un día si te acercas cada día al restaurante.

*Fotos de Cecilia Díaz Betz

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  • Dirección: C/París, 168 Barcelona