Parece que ahora solo nos interesa comer o cenar en restaurantes grandes, de diseño epatante y con unos platos rellenos de minimalismo a más no poder. Por ello, desconfiamos de esos lugares más íntimos, más personales y que dejen sentarse a menos de una decena de parejas. Enklima no solo nos demuestra cómo de equivocados hemos podido estar, sino que nos abre los ojos, definitivamente, ante todos esos locales por los que hemos pasado en más de una ocasión pero hemos desconfiado por pequeños o por huir de las modas más estéticas, más virales. F: Cortesía de Enklima

Propuesta gastronómica humilde y sencilla la de Enklima, un restaurante donde la calidad de la materia prima de temporada no atiende a ningún tipo de artificio

Situado en el número 36 de la calle Ferraz y a modo de extensión del salón-comedor de nuestra propia casa (solo hay cabida para 6 comensales), Enklima se convierte en la apuesta segura y decidida del chef Agustín González, un tipo de lo más versado (pese a su juventud) y con la experiencia necesaria para saber ganarse tu corazoncito foodie.

Un local donde la cocina tradicional internacional se mezcla con lo mejor de nuestra gastronomía pero de un modo de lo más auténtico y pocas veces visto. Un restaurante que sin estar sujeto a ningún tipo de regla se apuesta todas las cartas a dos menús degustación que varían de uno a otro por la longitud de sus pases. Menús que nos llevan de la mano por platos como su bacalao, cordero, gazpacho, lentejas, hongos, merluza, pato azulón, dátiles con mantequilla y mango o la limonada y pimiento verde que nos enganchan, sin duda, a una cocina experimental que no tira de cohetes ni de superficialidades y sí de una puesta en escena de lo más básica.

Una experiencia sin igual que solo busca que lleguemos a lo que verdaderamente importa: valorar el producto, al productor y al proveedor que hacen posible esta fantasía. No hay mejor lugar para comer como en casa; Enklima lo es.