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Ariana Díaz Celma

Cuna de la civilización, Atenas es la capital en la que florecieron disciplinas como la filosofía, el teatro o hasta la democracia. Sin lugar a dudas, se trata de una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo, que cuenta con un legado que la ponen a la cabecera en cuanto a cultura, arte y política se refiere. Este legado es algo que se respira en cada uno de sus rincones: entre columnas dóricas, ruinas milenarias y el eco de antiguos dioses, Atenas es una ciudad que se mueve entre la tradición y la vanguardia con pericia y cero pretendiones. Es también uno de esos destinos que parece reinventarse constantemente sin perder su esencia. Y si bien siempre ha sido punto de encuentro para los amantes de la historia clásica, hoy es también refugio de foodies, diggers, amantes del vino natural y noctámbulos con ganas de alargar la buena conversación.

Además, gracias a Vueling es posible llegar rápidamente desde varias ciudades europeas. La aerolínea permite aterrizar directamente en este crisol de cultura mediterránea en constante ebullición. Sin más dilación, aquí una ruta de spots imprescindibles para conocer la cara más viva, sabrosa y vibrante de la capital griega.


¿Dónde comer como un auténtico local?

Seychelles (Kerameikos)  C/Keramikou, 49

No, no es un guiño exótico a las islas del Índico, aunque sí a una playa paradisíaca de mismo nombre situada en la isla de Ikaria. Seychelles es el nombre de esta taberna moderna que combina el alma del meze griego con una mirada creativa sobre el recetario tradicional. Un local sin pretensiones, con mesas en la calle y ambiente relajado, donde conviene dejarse guiar por los vinos locales y pedir platos como el revithia (guiso de garbanzos), el pan de masa madre con panceta, el taramosalata (una crema o puré tradicional elaborada con huevas de pescado que aquí cobra una dimensión épica) o los calamares rellenos. Suele llenarse, pero siempre hay una silla más si llegas con buen rollo. Greek soul food elevada a la enésima potencia.

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Avli (Monastiraki) Ag. Dimitriou, 12
Pocas cosas más griegas hay que una cena en un patio interior bajo las luces tenues de cuatro bombillas colocadas sin mucha destreza y platos tradicionales que se sirven como en una coreografía de hospitalidad. Avli es un viaje en el tiempo a la Atenas de siempre, en un espacio donde los locales encadenan cigarrillos y conversaciones mientras los visitantes observan perplejos tal maravilla. Clásico de clásicos en el barrio de Psiri, donde se viene a comer musaka, cordero al horno, queso feta frito y beber retsina como si no hubiera mañana. Clásicos de la gastronomía griega a precios más que populares. No tienen web, instagram ni reservan, así que simplemente dirígete a este spot y espera a ser atendido.

Klimataria (cerca del Mercado Central, Monastiraki)Plateia Theatrou, 2
Un clásico que bien podría ser plató de una película griega de los años 60. Con barriles de vino colgando del techo y música en vivo los fines de semana, Klimataria es sinónimo de cocina casera, generosa y sin filtro. Su pastel de espinacas, las albóndigas al tomate y el pulpo a la brasa son poesía popular. Aquí no se viene a impresionar a nadie, solo a disfrutar y brindar con desconocidos que pronto serán amigos. Se recomienda reservar, ya que siempre está hasta los topes y cuesta encontrar mesa, sobre todo las noches de música en vivo.

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Ta Karamanlidika Tou Fani (cerca del Mercado Central, Monastiraki)C/ Evripidou, 52
Una charcutería que también es taberna. Ta Karamanlidika es uno de esos lugares a los que quieres volver incluso antes de haberte ido. Sus embutidos artesanales, quesos curados y platos como el soujouk con huevo frito o el pastirma con yogur hacen de este espacio un imprescindible para saborear el lado más contundente de la tradición. Puedes hacerte con todo lo que está expuesto para llevar o comerlo in situ, junto su carta con platos como los comentados. Mención especial para el pan recién horneado que sirven con aceite de oliva del bueno.

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Laïra (Plaka)C/Lisiou, 12
En el barrio más ejetreado de Atenas, aunque en un rincón sorprendentemente tranquilo, esta pequeña taberna ofrece cocina griega de temporada, con un aire bohemio que se agradece. Ideal para tardes largas que se convierten en cenas sin reloj. Las berenjenas al horno, las ensaladas con hinojo y el cordero cocinado lentamente son tan honestos como el trato que reciben sus comensales.

¿Dónde brindar con vino natural (y buen gusto)?

Wine Is Fine (Monastiraki)C/Vissis, 6
Probablemente el favorito de nuestra modesta lista de bares de vinos naturales. Pequeño, con luz tenue y estanterías que parecen una biblioteca líquida, Wine Is Fine es una oda al vino natural, con muchas referencias del país, muchas de ellas a copas. Aquí se bebe bien, se come mejor (sus platos de picoteo son el acompañamiento perfecto) y se escucha disco ambiental a volumen justo. Perfecto para una cena con buen vino antes de perderse en la noche ateniense. Es recomendable chequear su instagram, pues en el espacio tiene lugar muchos take overs y pop ups a los que merece la pena asistir. También se recomienda pedir mesa en su terraza si el tiempo acompaña, algo habitual en las cálidas noches atenienses.

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Pharaoh (Exarchia)
Más que un wine bar, es un espacio de culto para los amantes de lo orgánico, lo auténtico y la cultura del vino natural y el vinilo. Con una estética brutalista y fancy -algo que también se refleja en su cuenta-, su carta apuesta por vinos griegos biodinámicos, convirtiendo Pharaoh en lugar de encuentro para la nueva escena creativa de la ciudad. Platillos contemporáneos hechos íntegramente en sus brasas -la cocina no tiene gas-, fermentados caseros y una cuidada selección musical a cargo de DJs que pinchan estrictamente en vinilo lo convierten en mucho más que un restaurante.

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Fello’s (Monastiraki) – C/Vasilikis con C/Kolokotroni

Otro hit de la floreciente escena de vinos naturales que está viviendo Atenas. Este chaflán se convierte en uno de los locales más abarrotados de la zona cuando cae el sol. Situado en uno de los barrios con más encanto de Atenas, los vinos naturales se sirven a golpe de DJ, mientras la gente más guapa de la ciudad se apelotona en su interior, pero sobre todo en la terraza. Vale la pena encontrar espacio físico y espacial para degustar alguno de los vinos de su carta, muchos de ellos griegos. Lo suyo es dejarse llevar y pedir recomendaciones, acompañando con pan de masa madre, aceitunas kalamata y un platillo de dolmades (hoja de parra rellena de arroz, hierbas, cebolla y piñones). Solo apto para aquellos que busquen un lugar con ambiente y música.

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Tanini Agapi Mou (Pagrati)C/ Ippokratous, 91
El nombre ya lo dice todo: “Tanino, mi amor”. Una barra que exuda pasión por el vino, donde los camareros son también DJs o artistas visuales y donde cada botella tiene una historia. La decoración es tan despreocupada como acogedora, y el ambiente mezcla locales habituales con curiosos de paso. Uno de esos sitios donde “una copa” se convierte fácilmente en cuatro. Uno de los wine bars con referencias más interesantes de la ciudad.

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Kennedy Vins (Monastiraki)
Más pequeño y menos conocido, Kennedy Vins es el secreto mejor guardado de centro ateniense. Aquí se encuentra la cara más relajada del vino: copas servidas con cariño en un espacio mínimo pero agradable y acogedor que, una vez más, viene acompañado de música en vinilo. Deja que la aguja se incruste en el surco, pide una copa y olvida del reloj. Ideal para una stop agradable a media tarde. Ten en cuenta que también tiene una pequeña y codiciada terraza.

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Epta Martyres (Makrygianni)C/ Menaichmou, 3B
Con vistas al Partenón y el sonido lejano de campanas ortodoxas, este wine bar eleva la experiencia con un marco único, con una carta de vinos que hace honor a la diversidad de las regiones griegas. Pide algo de marisco o queso local, y entiende por qué los griegos llevan siglos brindando por la vida.

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¿Dónde ir cuando el cuerpo pide noche?

Disco Burger Club (Monastiraki)C/Nikis, 11
Un sitio que sirve lo que su nombre promete: música disco, burgers, y mucho club. Disco Burger Club se aloja en un sótano en el centro de la ciudad, que albega un auténtico espacio con un curado sonido de audio phile club, donde se sirven hamburguesas, pero también sets de house, el disco y el funk. Los DJs, algunos locales y muchos otros internacionales, responden a una selección maestra. Un lugar mágico en el que nadie mira la hora, y todo el mundo baila en si micro pista de baile como si fuera 1981 (o 2099). El lugar perfecto para dejarse llevar y sudar la musaka.

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Lycabettus Hill Theatre (Monte Licabeto)Likavittou, Athina 114 71
En la cima de la ciudad, este teatro al aire libre regala una de las vistas más épicas de Atenas. Aunque no es un club per se, asistir a un concierto aquí —ya sea una banda de jazz griega o un artista internacional— se convierte en una experiencia casi mística. La subida al monte puede hacerse a pie o en funicular, pero la bajada, tras unas copas, es aún mejor. Si planeas un viaje a Atenas, es recomendable chequear antes su programación aquí.

¿Dónde ir cuando te has empachado de musaka? Aquí algunos restaurantes nipones…

Birdman Japanese Grill (Monastiraki)C/Voulis, 35
Atenas tiene alma mediterránea, sí, pero no le hace ascos a lo nipón. Birdman es una de las propuestas más sorprendentes de la ciudad: un izakaya sofisticado donde el fuego, el humo y la música disco pinchada en vinilo tras la barra crean una atmósfera magnética. Sus yakitori, el wagyu tartar o el arroz con huevo y panceta se disfrutan entre luces bajas y copas bien servidas. Un pedacito de Tokyo en Atenas.

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Ekiben Kitchen (Monastiraki) – C/ Skoufou, 15
Pequeño, moderno y lleno de alma. Este local se inspira en los bento box japoneses pero con ingredientes de proximidad griega. Ideal para una comida rápida pero con mimo, entre vinilos de soul y jazz que marcan el tempo. Suele haber cola, pero vale la pena. Acompaña tu espera con una cerveza artesanal griega.

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El paraíso de los ‘dusty fingers’

Birdman Records (conecta con Ekiben Kitchen, Monastiraki)C/ Skoufou, 15
La hermana melómana del restaurante Ekiben Kitchen, al que se pasa a través de una puerta, es un paraíso para quienes aman la cultura del vinilo. Colecciones exquisitas, ediciones difíciles de encontrar y una selección cuidada al milímetro. Puedes tomarte un café mientras hojeas portadas como si buscaras el santo grial del groove, con una selección pequeña pero muy cuidada. Atención: en el piso inferior hay un pequeño ultramarinos con productos japoneses.

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Homcore (Monastiraki) C/Voulis, 38
Este espacio combina la estética de una boutique con la pasión por el sonido analógico, ofreciendo una experiencia única para amantes de la música y coleccionista. También cuenta con revistas como Wax Poetics y libros relacionados con la cultura musical.

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¿Qué llevarse (o hacer) antes de decir αντίο?

Antes de volver a casa, hay ciertos rituales atenienses que merece la pena adoptar. No hablamos de postales ni de imanes con el Partenón, sino de cosas que saben y huelen a esta ciudad que es, a ratos, tan cruda como encantadora.

  • Tomarte un frappé en la calle, aunque no tomes café. Es parte del ADN griego. El hielo picado, la espuma densa y el sonido de las cucharillas removiendo azúcar en la terraza hacen parte del paisaje sonoro local. Si no es frappé, que sea freddo espresso, pero siempre con calma y en buena compañía.
  • Comprar una botella de ouzo (o tsipouro) artesanal. La puedes encontrar en cualquier colmado de barrio o tienda especializada. Para llevarte un sorbo de Grecia a casa, opta por marcas pequeñas o de producción local. No falla como regalo para quien te regó las plantas.
  • Pasar por una panadería abierta 24 horas. Atenas tiene varias, y entrar a una a las 3 de la mañana a por un koulouri (rosquilla de sésamo) o una tiropita (hojaldre de queso) es un acto casi poético. Un antídoto perfecto contra el bajón post-balada.
  • Llevarte aceite de oliva griego. Nada nuevo, pero si puedes hacerte con una botella sin etiqueta, vendida por algún productor en mercados como el de Kallidromiou, mejor. Es líquido dorado que cambiará tu forma de aliñar ensaladas.

Y si tienes tiempo… busca los “loukoumades”, esas bolas de masa frita cubiertas de miel y canela. Si las pruebas en Lukumades, entenderás por qué hasta los dioses griegos pedían postre.