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Julia Pont

En el corazón de Barcelona, casi al lado de Plaça Catalunya, ha abierto sus puertas un espacio que no se parece a nada que hayas visto antes: House of Candy. Más que un museo o un lugar de entretenimiento, es un universo paralelo donde el arte, la tecnología y el diseño se mezclan con un elemento inesperado: las golosinas.

Con más de 2.000m² llenos de imaginación pura, House of Candy es una experiencia multisensorial pensada para despertar los cinco sentidos. Allí no se viene solo a mirar, se viene a tocar, a oler, escuchar y a saborear. Es un recorrido por más de diez salas temáticas que hacen que te sientas como en un dulce sueño y te reencuentres con tu niño/a interior.

Piensa en una piscina gigante llena de regaliz. O en un bosque de helados tamaño XXL. Nada aquí es sutil ni predecible. Cada sala te transporta a un rincón distinto del imaginario más goloso y creativo que puedas imaginar. La experiencia dura aproximadamente una hora y media, pero la sensación de haber vuelto a la infancia te dura mucho más.

La mente detrás de este proyecto es Enrique Vives, un joven emprendedor barcelonés que ya había dejado huella con el museo White Rabbit. Ahora, junto a su familia, ha apostado por esta aventura que es la primera de su tipo en Europa. Y no es solo por el tamaño del espacio, sino por la atención al detalle, la narrativa visual y ese enfoque sensorial que transforma la visita en una especie de cuento interactivo.

Aunque se inspira en propuestas rompedoras de ciudades como Los Ángeles o Nueva York, House of Candy no pretende ser una copia, ya que tiene su propia personalidad y un claro objetivo: convertirse en un nuevo referente del entretenimiento en Europa. Por ahora, su única sede está en la Gran Via de les Corts Catalanes 620, justo enfrente del Teatro Coliseum. Y sí, es fácil pasar por delante y pensar que es una tienda más. Pero no, es todo una experiencia al completo.

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