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  • By Claudia González

Kodak Charmera: un gadget con alma de juguete

Kodak Charmera: un gadget con alma de juguete

En una industria donde cada lanzamiento presume de sensores, IA generativa y nitidez quirúrgica, Kodak decide salirse por la tangente: una cámara–llavero de 1,6 megapíxeles. Se llama Charmera y parece más un juguete rescatado de un videoclub de los 90s que un producto tecnológico de 2025. Pero esa es justamente su magia. En un formato diminuto, Kodak condensa la sensación de volver a disparar sin obsesión por la foto perfecta.

Tan pequeña que desaparece entre tus llaves, pero lo bastante potente para inmortalizar tus recuerdos en clave retro.

La Charmera no pretende competir con nadie y, quizá por eso mismo, está conquistando a todos los usuarios. Su cuerpo en plástico brillante, sus colores vibrantes y su pantallita LCD recuerdan a un Tamagotchi con complejo de compacta digital. Pero no es un accesorio (solo), funciona: graba vídeo en 720p, acepta microSD, se carga por USB-C y puede almacenar unas cuantas horas de fotos lo-fi llenas de ruido, contraste y carácter. Imágenes con alma como si la cámara hubiera sido diseñada para que fallar fuese parte del encanto. Una pequeña resistencia estética frente al reinado de la hiperdefinición.

Además de cámara, es un coleccionable sorpresa

Lo divertido de la experiencia llega desde el principio. La Charmera llega en formato blind box, con seis ediciones distintas y una versión secreta transparente. No sabes cuál te tocará hasta abrirla, lo que convierte el gesto de compra en un pequeño ritual coleccionista. Y una vez en la mano, solo falta apuntar, disparar y dejar que la autenticidad haga el resto. Kodak lanzó este pequeño artefacto en septiembre de 2025, con entregas previstas para finales de noviembre, y la respuesta ha sido inmediata: arrasa.

En un mercado saturado de dispositivos que aspiran a serlo todo, quizás la mayor provocación sea una cámara que solo quiere ser una cámara. Su propósito: ocupar poco, ser divertida y crear recuerdos con textura. Y eso —y Kodak parece saberlo bien— es exactamente lo que necesitamos.