By
Ariana Díaz Celma

No sé si estaréis al tanto, pero Louis Moritz es el nombre completo del fundador de la cervecera que hoy representa Barcelona, el primero de una saga que, por cierto, hoy llega a su sexta generación. Pues bien, ahora la nave nodriza de tal invento ha inaugurado en su sótano el restaurante Louis 1856 -fecha referente a su año de nacimiento- y lo hace a cargo de manos de sobra experimentadas, las del chef con estrella Michelín Jordi Vilà, conocido por su trabajo en el Alkimia. El lugar nace con las formas de un restaurante de toda la vida, un clásico de siempre, aunque proyectado en el siglo XXI y con las expectativas gastronómicas por las nubes, algo que cumple con creces.

Louis 1856 nace con las formas de un restaurante de toda la vida, aunque proyectado en el siglo XXI y con las expectativas gastronómicas por las nubes

El Louis 1856 aparece en el mapa gastronómico en un momento en el que los restaurantes ‘de toda la vida’ parece que están casi muertos y enterrados, e intenta recuperar aquello que los hacía sublimes, intentando recuperar el status de los mismos para elevarlo de un lugar al que nunca deberían haber sido delegados. Así es como su carta presenta platos con historia aunque reinventados, que se basan en las raíces alsacianas de Moritz y en la reivindicación de la cocina catalana. La tradición la encontramos, por ejemplo, en las denominaciones de los platos, así como en las técnicas para ser preparados, pero también en las formas, como las que propone el uso de un carro de servicio, aunque en esta ocasión esté diseñado -como los uniformes- por el visionario Chu Uroz. Además, como pasaba años ha, la cocina sale a sala y todos los platos se rematan delante del cliente, tal y como manda la tradición de los clásicos.

louis 1856 - 2

Antes de empezar a hablar de lo que se sirve en la casa de  Louis 1856, hay que tener en cuenta que uno debe sentarse en la mesa con apetito. No obstante, los entrantes también cuentan con su sección ‘ligera’, lugar donde encontramos auténticas virguerías visuales como la ensalada verde de hojas y hierbas con crudités y ventresca de atún confitada en la casa, o el asombroso tartar de vieira, langostinos y pescado de escata con ensalada de manzana, crema fresca y aguacate. Un delirio gastronómico con todas las letras de la palabra, damos fe de ello. Otro must para empezar es su salmón ahumado en casa con especias, crema de raifort y coca de pan dulce, una receta que surgió casi por casualidad, cuando el equipo del Louis 1856 fue a servir un cátering a las afueras de Barcelona. El chasco vino cuando se dieron cuenta que habían olvidado su propia cena. No costó encontrar solución a tal desaguisado, unieron todos los los ingredientes que sobraban y la grata sorpresa que ello comportó: aunque a priori parecía que no existía harmonía entre ellos, su suma es a día de hoy un hit de la carta. Para terminar con los entrantes, es de cajón probar uno de sus patés -dentro de la sección entrantes ‘con fuerza’-, preparados con su propio pan y que, una vez más, nos conducen al viaje gastronómico clásico-vanguardista sello de la casa.

La cocina de Louis 1856 supone un claro hermanamiento entre la cocina de Alsacia y las raíces más catalanas

Una vez llegados a este punto, uno puede ver que en Louis 1856 no se andan con medias tintas: están dispuestos sin piedad alguna a que tu paso por el restaurante sea único e inolvidable. Y sino, que se lo pregunten a tu paladar. A partir de ahora, más que nunca, las especialidades de la maison hacen especial énfasis en el hermanamiento histórico entre Alsacia y Cataluña, con recetas como el choucroute de careta con ostras al champán con croquetas de espinacas, romero y salsicha cítrica, o la pelota de ‘escudella’ king size en torchon de col con judías del ganxet y galet con espinacas. Si estos platos no te convencen, siempre puedes optar por una de sus piezas grandes, muchas de ellas pensadas para compartir. Para que te hagas a la idea, puedes pedir desde un rabo de toro al Epidor -la versión más intensa de la cerveza Moritz- con tripas de bacalao, o un chateaubriand de rape con muselina de yuzu, patatas ‘von bent’, celera y cebolla ‘al Orio’.

Parece misión imposible, pero es imprescindible llegar a los postres con algo de hambre, en parte por el espectáculo que comporta pedirlos. Recomendamos que disfrutes en vivo y en directo de cómo se prepara un tiramisú a la cuchara o su diez mil hojas con cremas al gusto, y todo en menos que canta un gallo. O en menos de que uno de sus atentos camareros te cuente la historia que hay detrás de cada uno de estos dulces y su nombre. Porque sí, como todo en este espacio, el personal también tiene las formas ‘de toda la vida’.

La interiorismo del espacio viene a cargo de Jean Nouvel y el diseño de varios elementos son de Chu Uroz

Comer o cenar en Louis 1856 te costará a partir de 60€, que te parecerán una inversión que vale mucho la pena para sumar experiencias a tu ‘yo’ más glotón. Como apunte, decir que la decoración viene de la mano de Jean Nouvel y que en ella te encontrarás elementos tan enigmáticos como pirámides de espejo que salen del suelo y que captan la luz del sol o la luna, periscopios que te dejan ver qué sucede en la calle o paneles de luz a conjunto con el color de la cerveza. Imperdible.

 

 

 

Detalles




  • Dirección: Ronda Sant Antoni, 41, Barcelona
  • Horario: L-M Cerrado ı M-S 13:00-16:00 19:30-23:30 ı D 13:00-16:00
  • Teléfono: (+34) 93 425 37 70
  • Tipo: Restaurante
  • Web: http://www.louis1856.com/