Nos encanta la gastronomía, disfrutamos con un plan foodie como pocos y nos lo gozamos cuando la cuestión está en no dejar de probar propuestas diferentes pero bien es sabido que tan importante es el comer como el beber (ya lo decían los clásicos) y como no queremos, ni pretendemos, que te falte de nada hacemos un alto en el camino del papeo para dedicarle un buen rato al bebercio que en Salmón Gurú es bueno e incluso roza la excelencia.

Era justo y más que necesario que la zona de Cortes tuviera un sitio de referencia en esto de los tragos, cocktails y deliciosos combinados y el sueño se hace realidad. Si, además, el local en cuestión es regentado por el que fuera barman de un dos estrellas Michelín, Diego Cabrera, la experiencia deluxe está más que asegurada.

La alquimia y el ir a contracorriente es el secreto de las creaciones que han hecho del Salmón Gurú el place to be indiscutible

Una coctelería cuyo diseño interior viene firmado por el equipo de Madrid in Love (junto al propio Cabrera) donde cada uno de los 5 espacios en que se divide el local conforman un todo en el que música, puro color y sabores que nos roban la razón son las tres columnas en la que reside su éxito. Del hall pasamos a una sala donde poder comentar con el propio barman, habiendo pasado por la siempre cosmopolita área de barra, para terminar la cueva donde encontramos los destilados menos comunes previo paso por un pequeño salón donde la intimidad de las luces a medio gas son la mejor de las compañías.

Un Salmón Gurú donde las opciones son siempre de autor, no existe carta y sí prescripciones para un cliente que quiere sentirse único con su creación a la medida de sus gustos. De este modo, los Manhattan, Montepalo, Bloody Mary o Moscow Mule llegan a nuestras manos combinados ex profeso para nosotros y con la opción de poder maridarse con hummus, croquetas, chupa chups de pollo, tempura de verduras o guacamole.

Una aventura diferente al resto en la que Cabrera nos guiará a través de lo desconocido, estimulando nuestros sentidos y haciéndonos entender a la coctelería no como una simple moda sino como una cultura alquímica que no permitiremos que se pierda. ¿Brindamos?