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Ariana Díaz Celma

Calificar a Drew Daniel y M.C. Schmidt de músicos al uso sería cometer un terrible error. El tándem, que se esconde tras el pseudónimo de Matmos, se ha consolidado a lo largo de los años como un proyecto musical que se abrió al mundo en 2001 gracias a su obra maestra A Chance To Cut Is A Chance To Cure, un disco compuesto a partir de sonidos grabados en el quirófano. No fue otra que Björk quien les llamó para colaborar en el Vespertine (2001) y Medúlla (2004) tras perpetuar tal genialidad, sin dejar por ello de colaborar con el sello Matador, su hogar discográfico desde hace años. Más de una década después, el dúo de electrónica experimental volvió a visitar el festival Sónar, gracias a las bondades del escenario Dôme curado por la Red Bull Music Academy, donde presentaron su último trabajo Ultimate Care II, publicado en Thrill Jockey y compuesto enteramente a partir de sonidos extraídos de una lavadora.

Hace más de una década que no pisáis el Sónar. Después de haber dado una vuelta por el festival, ¿cómo veis la progresión del mismo?

Drew: Antes el Sónar solía involucrar más drogas y eso, ahora va más de móviles. Acabamos de ver a unas personas bailando techno y haciéndose selfies a la vez. Cada vez que sentían el beat se hacían otra foto a sí mismos, supongo que para que otras personas del mundo pudieran vivir la experiencia del festival… No sé.

¿Creéis que esto es mejor o peor?

D: Depende de quién se esté sacando el selfie, de hecho, jeje.

¿Creéis que la gente necesita drogas para entender vuestra música? O que, al contrario, ¿sólo una mente muy lúcida puede entenderla?

D: Creo que cualquiera puede entender la sensación de escuchar una lavadora y pensar que es algo casi psicodélico. No creo que necesites estar de ácido, aunque tengo buenos recuerdos de haber escuchado a ciertos artistas puesto de setas en el Sónar hace como 16 años.

«Cualquiera puede entender la sensación de escuchar una lavadora y pensar que es algo casi psicodélico, no es necesario estar de ácido»

Creo que vuestras mentes ya son suficientemente lisérgicas sin tener que recurrir a ninguna sustancia. 

D: Sí, el daño ya está hecho y es permanente.

Quería preguntaros por vuestro último álbum, ‘Ultimate Care II, hecho a partir de los sonidos de una lavadora. ¿Sirve cualquiera o habéis utilizado una específica?

Martin: Sí, la Whirlpool Ultimate Care 2. El disco está compuesto íntegramente con los sonidos de mí lavadora, que normalmente se encuentra en un sótano en Baltimore. Trajimos la máquina desde ahí a España para este concierto.

«Ultimate Care II es un disco que está compuesto íntegramente con los sonidos de una lavadora Whirlpool de modelo ídem, que normalmente está en un sótano en Baltimore»

¿Cómo transmitís todo lo que grabáis en un escenario?

M: Mezclamos vídeos que ayuden a la gente a entender que se trata de una máquina la que hace todos los sonidos que escuchan.

¿Quién hace qué sobre el escenario? 

M: Es una especie de dueto, yo toco la lavadora y Drew lanza samples digitalizados de la misma. Es como un dúo entre lo real y lo digital. El concierto es como un programa de cocina en el que le enseñas a la gente a cortar patatas para hacer una tortilla y cuando abres el horno la sacas lista. Martin corta las patatas y yo tengo la tortilla lista en el horno.

Es una buena metáfora para imaginarnos cómo va a ser. Por cierto, en algunas de vuestras fotos promocionales lleváis la mítica camiseta del Washing Machine de Sonic Youth. ¿Es el ‘Ultimate Care II’ una especie de tributo?

D: ¡Sí! Bueno, recuerdo haber leído entrevistas a Sonic Youth donde decían que se habían inspirado en los alemanes Einstürzende Neubauten. Creo que como adolescente era el primer grupo que descubrí que tocaban golpeando objetos de metal y percusión que encontraban en basureros. Así que estas técnicas no son solo pura locura, mucha gente las ha usado durante muchos años. Son ideas que dan vueltas en círculos, como las lavadoras. Debo admitir que me decepcioné cuando descubrí que ese álbum de Sonic Youth era sólo música, porque yo pensaba que iba a estar hecho totalmente con una lavadora. Así que pensamos que podríamos hacerlo nosotros mismos. Tenemos una mente más literal, somos personas muy simples, queríamos ser la versión más pura.

«El concierto es como un programa de cocina en el que le enseñas a la gente a cortar patatas para hacer una tortilla y cuando abres el horno sacas la tortilla»

Viajemos ahora a unos cuantos años atrás. Os hicisteis muy famosos gracias a ‘A Chance To Cut Is A Chance To Cure’, un disco hecho a partir de sonidos que sonaban en un quirófano. ¿Qué tipo de background musical debes tener para terminar haciendo algo así?

D: Yo no tuve ninguna formación. Estaba en una banda de punk rock y tenía grabadoras, así que simplemente grababa cintas. Martin fumaba hierba todo el día y tocaba los sintetizadores.

M: Cuando nos conocimos, había algo que a los dos nos encantaba, y eso que él era súper joven, tenía como 20, y era una pieza oscura de musique concrète de Pierre Henri llamada ‘Variaciones para una puerta y un suspiro’. Yo la conocía y me pareció intrigante que él también, creo que ahí es donde empezó todo. Entonces pensamos: “Deberíamos hacerlo, deberíamos crear sonido con” –y miramos en la habitación a ver qué había– “¡un globo!”. Lo que fuera que tuviéramos a mano, incluso usamos el lavabo. Era tan tonto como suena. Y divertido.

«Tocamos en el Sónar hace 15 años, ahora van 24 de festival y el año que viene será el 25º aniversario y es maravilloso poder contribuir a mantener esta comunidad unida»

D: Desde luego no esperábamos estar en el Sónar años después. Y es un honor. Tocamos aquí hace 15 años, ahora van 24 de festival y el año que viene será el 25º aniversario, así que es maravilloso que podamos contribuir a mantener esta comunidad unida. Incluso con la música siendo tan cambiante, este festival ha conseguido crear una fidelidad muy real y creo que eso es lo que le da la fuerza en la identidad al Sónar, no hay otro festival igual.

Decidme un par de máquinas u objetos además de una lavadora que hayáis usado para crear música. 

D: Martin una vez tocó en la radio con un cubo enorme de avena. Durante 30 minutos. Quizá fuera un poco aburrido…

M: Ahora estamos haciendo nuevos sonidos con Legos. Es ese sonido de ‘clac clac clac’ que haces cuando tienes muchos Legos, metes la mano entre ellos y escuchas todos los choques entre las piezas, cuando el aire pasa por ellas.

«Hemos hecho música con cubos de avena, Legos… Todo vale»

D: También estamos haciendo una canción a partir del escudo que usa la policía para controlar a la gente en las revueltas.

Entonces, ¿el show va a ser sólo con lavadoras?

Sí. Creo que al empezar intentaremos recolectar ropa sucia del público para lavársela y devolvérsela luego. Aunque tenemos que advertirles que no tenemos secadora así que quedará empapada…

¿Qué tipo de influencias se tienen cuando la música que se hace es de este tipo, a través de objetos?

D: A mí me gusta mucho el hip hop y el r&b, así que aunque esté trabajando en el sonido de un bol de plástico, es probable que esté pensando en algún tema que haya escuchado en la música de Future o Young Thug. También es cierto que escuchamos mucha música tradicional africana y otras formas de tocar que no tienen mucho que ver con ordenadores.

«A veces el mundo de la producción de música electrónica mira demasiado hacia adentro y hay que mirar más hacia afuera, en culturas como la africana, por ejemplo»

M: A veces, el mundo de la producción de música electrónica mira demasiado hacia adentro, muchos se dejan absorber por la influencia de otros productores de música electrónica y hay muchas otras culturas diferentes que crean un conjunto de formas distintas desvinculadas de la tecnología de las que se puedes aprender. Así que creo que es mejor mirar hacia afuera.

Estaba segura de que me contestaríais que vuestras principales influencias son vuestras madres cocinando o vuestros sobrinos jugando con al Lego. Vuestra vida diaria tiene que estar llena de música entonces. Si estáis en un restaurante y escucháis algo probablemente estéis imaginando un nuevo track, música que puede estar en vuestro próximo álbum. 

D: Sí, puede ser una maldición a veces. No se nos da bien ignorar a la gente, yo tengo un problema real si escucho a alguien hablar porque no puedo desconectar. Por eso se agradece venir a un país del que no conozco el idioma, porque soy libre. Pero cuando estoy con estadounidenses y los escucho, es un problema porque tenemos unas voces muy nasales y soy un poco demasiado sensible, quizá debería taponar mis oídos.

Habéis hablado de la influencia de otras culturas, sobre todo de la africana. ¿Creéis que en África pueden llegar a entender vuestra música aunque nunca hubieran visto los objetos que usáis para crearla? Una lavadora o un juego de Lego, sin ir más lejos.

D: Leí un libro sobre un tío que llevó un montón de música moderna a África y se le pidió a la gente que le dijera a qué creían que sonaba. Creo que fue Alessandro Bossetti. En un proyecto muy guay porque describe la música de vanguardia desde un punto de vista cultural ajeno a ella. Alguien nos dijo una vez que nuestra música suena como un insecto comiendo. Y a eso es a lo que suena cuando no eres conocedor de este álbum, de esta escena, de ese techno o de lo que sea. Me gusta el hecho de que, a veces, cuando trabajamos, pensamos: “Oh, estamos creando más insectos comiendo objetos”.

Estuvisteis en el Sónar hace años, ahora volvéis y también Björk, una artista con la que habéis estado trabajando. ¿Qué opináis del hecho de que estéis los tres en el cartel de 2017 y de ella en particular?

D: Estuvimos con ella no hace mucho cuando estuvo pinchando en un festival en Tejas. Llevaba la máscara puesta, distinta a la que llevó en su Dj set del Sónar. La actitud de Björk como dj es muy pura porque no es condescendiente. No piensa: “Oh, ¿qué puedo hacer para hacer a la gente feliz?», lo cual es un pensamiento muy paranoico. Ella piensa más como una artista: “Bueno, esto me mueve, y si me mueve seguro que mueve a otra gente también”. Ella evita tener el gesto de necesitar un beat cada segundo para no perder el interés de la gente o que dejen de entenderlo. Ella confía en que todos lo entenderán porque todos tenemos oídos. La verdad es que es una actitud muy generosa, lo mismo que todo su trip.

«Alguien nos dijo una vez que nuestra música suena como un insecto comiendo y a eso es a lo que suena cuando no eres conocedor de este álbum, de esta escena, de ese techno o de lo que sea»

M: Cultivar es una mejor actitud. Cuando tocamos en el Sónar hace años estábamos en un espacio más grande y a veces la gente bailaba y a veces no. Pero no pensábamos: “Oh no, tenemos que asegurarnos de que todo el mundo esté bailando todo el tiempo o seremos un fracaso”. Si lo viéramos así, ¿por qué no encender una lavadora en el escenario, irnos y dejarla en marcha? Por eso amplificamos el metrónomo. Pensamos que la gente quiere estudiar el ritmo, así que encendimos un metrónomo, le pusimos un micro y se lo mostramos a la gente. Fue divertido, de hecho. Más o menos funcionó.

¿Cuáles son vuestros hotspots favoritos en Baltimore?

D: Me encanta The Red Room, un lugar pequeño donde tocan música experimental y prop music. También me gusta mucho un restaurante llamado Sweet Sin que tiene magdalenas, tocan reggae y tienen muy buena comida india. Es un lugar fresco porque creo que los chicos que cocinan son –y adivino– mexicanos y el propietario indio, pero él les permite hacer lo que quieran. Así que surge esta comida mexicana-india extraña que creo es accidental, porque no pienso que haya sido planificada. Además, aunque la banda sonora sea siempre reggae, por alguna razón el espacio es muy americano.

M: Tengo una tienda de discos llamada The True Vine, me encanta ese lugar. No ganamos dinero, pero tenemos grandes discos y es como un lugar donde la gente de la comunidad de la música viene y convive. Quiero decir, vendemos algunos discos, pagamos el alquiler pero no las facturas, jaja.

¿Un álbum o una canción?

D: Me gusta el disco Dark Secret World de Luto Lento, es muy divertido y extraño y creo que muy emocionante, así que es uno que me gusta mucho.

M: Está también el ‘Cruisin’ de  Smokey Robinson, no sé por qué, pero me despierto con esta canción todos los días. Es asombroso. La parte de guitarra principal es increíble. Tan funky…

¿Algo que nunca pensasteis qué haríais y habéis hecho en la vida?

D: Nunca lo he pensado. Bueno, es raro porque he hecho algunas cosas bastante detestables en el escenario y no sé el estándar de lo que nunca pensaste que harías. Pero nunca pensé que tocaría en la Filarmónica de París con una sección de cuerdas completas y una sección de trompetas con música escrita en pentagrama. Aunque de hecho lo hicimos con Stargaze en realidad, ellos tocan al final del festival el domingo.

Para vosotros es Good2b…

D: Dry.

M: Loved.

*Fotos por Cecilia Díaz Betz