Cuando dos fuerzas de la gastronomía se unen, lo único que se puede esperar de ellas es que lo que tienen entre manos sea todo un éxito. El resultado de una fórmula perfecta, en la que cada una de las incógnitas da igual cómo se despejen que siempre van a resultar del agrado del comensal. Por eso, es muy difícil que te puedas resistir al restaurante A Mano, la nueva niña bonita del Barrio de las Letras. ¿Vamos? F: Todas las imágenes cortesía del restaurante A Mano

Situado en la conocida y muy transitada plaza Matute y regentado por el chef Javier Goya y por Fran Ramírez, ex jefe de sala de Alabaster, A Mano resulta como el sueño hecho realidad de estos dos profesionales del medio que, unidos por una muy buena amistad, se encargan de hacerse con un local de lo más amplio donde servir (de manera ininterrumpida) una propuesta informal de materias primas de lo más selectas y especialidad en las verduras.

Por fin un restaurante que ofrece meriendas a golpe de pan y embutido. Los ibéricos de Cerdos & Rosas y los molletes de la Conchi de Écija son sus cómplices

Un restaurante a dos ambientes donde picotear en barra y mesas altas o dar rienda suelta a la experiencia más gastro en un comedor interior con cocina vista. Y todo ello con una decoración impecable que invita a departir sin fin y a alargar las sobremesas.

Pero… ¿y qué se pide? Pues de todo lo que esa boquita quiera. Platos más elaborados y otros para comer con la mano (¿ahora entiendes de dónde viene el nombre del restaurante?). De ahí que antes de aventurarnos a propuestas más complejas, probemos sus endivias asadas con queso La Peral (made in Asturias) y sardina ahumada, el torto de Portobello con papada ibérica, el mollete de pringá, las patatas fritas con mejillón escabechado y vinagreta de zanahoria y algas codium o los huevos rotos sobre patata y jamón. ¿Para seguir? Pues hacemos lo propio con opciones tales como la berenjena con yogurt y granada, los puerritos de Tudela a la brasa con tuétano, el arroz con pollo de corral y gambones, la quinoa con puré de coliflor, las lentejas con un curry de verduras o una sopa de cebolla con queso azul y láminas de ibérico por la que mueres y resucitas.

Terminamos con un arroz con leche que no se lo salta ni el menos amante del dulce porque el rollo que le dan con ese helado de mango y el flambeado a la asturiana es digno de ser paladeado. ¿No me crees? ¡Pruébalo y pon los ojos en blanco tú mismo!