Los poemas visuales de Annalynn Hammond son pequeños collages que trascienden la retórica hablada. Desde Wisconsin, Annalynn combina fuentes con temas y conceptos antitéticos mediante imágenes que dan resultados impactantes.

El resultado es una expresión surrealista tan liviana como contundente que provoca una reflexión y –en ocasiones– un escalofrío

Cada uno de sus collages, hechos a mano, quiere reflejar un pensamiento mucho más profundo de lo que puede aparentar inicialmente. Analynn se maneja fundamentalmente mediante oposiciones y contradicciones que versan sobre las dicotomías más habituales en la mente del ser humano: cuerpo vs. alma, mente vs. máquina, humano vs. animal, cultura vs. naturaleza, pecado vs. pureza, poder vs. debilidad, vida vs. muerte…

La inspiración de Annalynn es tan diversa como sus collages, muy distintos entre sí. Con imágenes originales tomadas de libros de texto vintage y revistas de historia natural como fuentes, lo mínimo que se puede esperar es un resultado interesante que ella convierte en crudo, rudo y bello. Habitualmente, el resultado es una expresión surrealista tan liviana como contundente que provoca, cuanto menos, una reflexión y –en ocasiones– un escalofrío.

A pesar de la fuerza de sus imágenes, su inteligencia más sutil y astuta radica en los títulos de sus obras, casi tan lapidarios como la imagen misma. Sintéticos y precisos, estos títulos aportan una dimensión añadida a los collages y a la propuesta de sus extremos. Con ellos, además, sella su creación y convierte las imágenes de alguien más en suyas después de encontrarlas, robarlas, destruirlas y crearlas. Después de todo, la imagen original, sacada de contexto, no tiene significado por sí misma, sino que lo adquiere en el momento en que Hammond toma una cierta región y la contextualiza en una imagen nueva.

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