Araki. Tokyo Lucky Hole
Todo comenzó en 1978 con una anodina cafetería a poca distancia de Kioto. Sus camareras eran conocidas por no llevar bragas bajo la minifalda y los pantis transparentes. Cuando empezó a correrse la voz, empezaron a aparecer establecimientos similares en todo el país. Los hombres formaban cola ante los establecimientos y estaban dispuestos a pagar tres veces el precio de un café por el privilegio de que se lo sirviese una muchacha sin braguitas y la ilusión de, quizá, un vistazo fortuito. En pocos años se desató la locura de los locales de ‘masajes’ sin bragas. La pugna por atraer a la clientela llevó a que los novedosos establecimientos ofreciesen una serie de servicios a cual más extravagante: caricias a través de agujeros abiertos en féretros (en los que el cliente se tendía desnudo haciéndose el muerto), interiores pensados específicamente para los fetichistas de los trenes de cercanías, fantasías con jovencitas virginales? Entre los muchos locales destacaba un club de Tokio, el Lucky Hole, con un concepto escandalosamente simple: los clientes estaban de pie a un lado del tabique de contrachapado y las azafatas, al otro lado; entre ambos, un agujero lo suficientemente grande como para que cupiese una parte muy concreta de la anatomía masculina.
Nobuyoshi Araki fue cliente asiduo de los clubes eróticos del barrio tokiota de Shinjuku y realizó innumerables fotografías hasta que, en febrero de 1985, con la entrada en vigor de la nueva Ley de Control y Mejora de los Establecimientos de Ocio, puso fin a la edad dorada de la industria del sexo en Japón. A lo largo de más de 800 imágenes, Tokyo Lucky Hole documenta a través de la cámara de Araki el libérrimo espíritu imperante en estos clubes.