Siempre celebramos la pasta en cualquiera de sus versiones y relegamos a la pizza a plato (puesto) secundario, dado su formato fast food, despachado en esos días que no sabemos qué hacer de cena o queremos entregarnos a ese “cheat day” tan tendencia. Pero todo ello cambia cuando cruzamos la puerta de Araldo, una pizzería que lleva en Madrid poco tiempo pero el justo como para habernos hecho disfrutar.

En un momento en el que la cocina asiática pierde puestos frente a las recetas de las mammas italianas, lo más seguro es que aún no hayas tenido oportunidad de hincarle el diente a su plato estrella. Las pizzas de Araldo son mundialmente conocidas y es que la guía Gambero Rosso, de gran prestigio en Italia, ha premiado durante 6 años consecutivos con 2 estrellas (3 son el máximo) su buen hacer pizzero como una de las mejores pizzerías italianas. Un local que alejándose de otros negocios en el que escudándose en la “cocina italiana” nos ofrecen todos sus grandes éxitos con calzador, apuesta por la harina biológica semi-integral y una fermentación  como mínimo de 60 horas a temperatura y humedad vigiladas, es decir, por sus pizzas.

En Araldo se apuestan todas sus fichas a la pizza como golpe de efecto para aquellos que piensan que es complicado lograr el éxito gastronómico limitándose a una única especialidad

Una propuesta que celebra uno de los manjares más masticados desde que tenemos uso de razón y que en Araldo adquiere tratamiento de oro, verdadero bocato di cardinale para nuestras papilas gustativas. Un negocio cuyos orígenes se remontan a 2004, año en el que sus propietarios abrieron un primer local en Boscochiesanuova (Verona). Un restaurante que asentó así el oficio (y posterior beneficio) y que permite que ya sea para comer o para hacerse con un buen suministro de productos italianos de importación, en su mercato o zona para llevar, su sucursal en Madrid no pierda esa esencia que le hace tan auténtico.

Una carta que se limita a unas cuantas entradas previas como la ensalada con mozzarella, aceitunas verdes, cebolla a la brasa y tomates rojos semi-secos o el vitello tonnato que no nos quitan el hambre para que podamos permitirnos regodearnos con pizzas como la Margherita Confit, San Marzano, San Giacomo, Speck di Sauris, Quattro Formaggi, Acciughe del Cantábrico y así hasta 10 tipos. Delicias crujientes y bien rellenas de materia prima de primera, convertidas en nuestras pizzas de cabecera si lo que pretendemos es disfrutar de un pedazo de la bella Italia de verdad y no con copias que para dar el pego, a veces, ni nos valen.