Volvemos a una normalidad que de normal no tiene nada y, de vuelta, por lo que parece a raíz de los últimos acontecimientos, todavía menos. El futuro, que siempre ha sido incierto, se nos presenta hoy como la principal causa de ansiedad: ¿volveremos a la oficina?, ¿perderemos nuestro trabajo?, ¿podremos pagar el alquiler?, ¿nos dejarán celebrar nuestro cumpleaños con los nuestros?, ¿cogeremos ese vuelo a Ibiza en agosto?, ¿y qué hay de los ERTE?, ¿nos volverán a confinar?, ¿qué pasa con el gimnasio?, ¿con las relaciones a distancia?, ¿con la playa?, ¿con el verano?, ¿con la libertad? Lo cierto es que solo hay una respuesta posible a estas y tantas otras preguntas: no se sabe. Propongo entonces, y a falta de alternativas más deseables, un carpe diem en toda regla: centrémonos ahora en disfrutar el presente y, lo que tenga que venir, vendrá. Llegados a este punto, no se me ocurre mejor lugar para disfrutar a lo grande –comiendo bien, claro está– que el restaurante punjabí de referencia en Barcelona: Baby Jalebi. Aunque sea en formato take-away. F: Todas las imágenes de Raquel Bueno

Uno de los puntos fuertes de la carta se encuentra en los entrantes: sus Crispy Okra, rebozadas y fritas en una tempura que te hará subir al cielo y volver

Teñido de un intenso color naranja a consecuencia de sus muchos neones y emulando la tonalidad del jalebi, un postre clásico pakistaní en forma de espiral que pone también nombre al local, Baby Jalebi no pasa desapercibido en la Gran Vía. Tras el éxito de sus múltiples The Fish and Chips Shop, los hermanos Mani y Majid Alam fundaron junto a su yerno Khan –chef por excelencia del lugar– este proyecto gastronómico único, preparando las recetas pakistaníes de su infancia y sirviéndolas en un formato del todo actual. Inspirados en la cocina tradicional, sus platos son un viaje de ida y vuelta a través del paladar por las calles del Punjab (región que engloba el este de Pakistán y el norte de la India); street food de calidad a precios populares, (muy) bueno, bonito y barato. Los elementos del local, diseñados por La Coma Studio, añaden a este emplazamiento buenrollero el toque canalla, cubriendo el techo de banderines con las caras de El Magic, El Mani, El Harmanu y La Harmana y frases tan divertidas como “Setze jutges del Punjab, mengen okras y kebab”, “Beer para creer” o “Be my baby jalebi”.

Empieza abriendo boca con una cerveza Cobra fresquita y algo de picar: sus Gol Gappe –bolas fritas rellenas de garbanzos y acompañadas de una salsa de tamarindo con un punto picante delicioso– (5,50€) y sus Samosas (4,50€) no solo están de vicio sino que, además, son ideales para compartir. Uno de los puntos fuertes de la carta se encuentra también en los entrantes: sus Crispy Okra (5,95€), rebozadas y fritas en una fina capa de tempura de harina de garbanzos que te hará subir al cielo y volver. Sigue con uno de sus reconfortantes principales, referentes absolutos del comfort food: recomendadísimos su Dal Channa –lentejas especiadas– (6,95€) y su Paneer Tikka Massala (7,85€) acompañados de un poco de arroz basmati y un par de sus ricos Naan. ¿De postre? El Jalebi, por descontado, es toda una experiencia, aunque demasiado dulce para mí; y no me cabe duda de que volveré a por su Kulfi, aunque con tanta comida ya se sabe, el cuerpo no da para más. La única opción es volver regularmente para disfrutar repetidamente de la buena comida, casera y de calidad; de un servicio impecable, un local de lo más gamberro y aquello que nunca podrán quitarnos, ni siquiera el COVID-19: el aquí y el ahora.