*Close
  • By Ariana Díaz Celma
  • @good2bes

Barcelona Pool House: la mansión para rendirse al descanso hedonista

Barcelona Pool House: la mansión para rendirse al descanso hedonista

En lo alto de la Avenida del Tibidabo, donde la ciudad se disuelve entre el frescor de las alturas, el color verde y un aire mucho más limpio, una mansión catalana de 1906 ha vuelto a la vida. No se trata de una casa cualquiera: es la nueva Barcelona Pool House, el tercer hogar de Soho House en la ciudad, y probablemente el más escénico. Un refugio para quienes necesitan desconectar -o conectar con quien le interesa- sin renunciar al arte, al diseño ni a un buen baño al sol.

Desde fuera, la fachada conserva ese aire señorial de las casas del Tibidabo: un guiño a otra época, con ecos modernistas y aroma a madera encerada. Por dentro, el universo Soho House hace lo suyo: luz dorada, mármol, terciopelo, y esa mezcla casi imposible entre elegancia británica y placer mediterráneo. Cada detalle ha sido restaurado con una precisión que roza el fetichismo: suelos georgianos, frescos originales, lámparas de Murano y paredes que todavía guardan la memoria de quienes vivieron allí hace más de un siglo.

Desde fuera, la fachada conserva ese aire señorial de las casas del Tibidabo: un guiño a otra época

Nada más cruzar la gran escalera de mármol, la recepción te recibe con un mostrador de ónix rojo y un aire de película de época. Al fondo, un vestíbulo abovedado despliega frescos restaurados y techos con pan de oro. Todo huele a historia y a cócteles bien servidos. Desde ahí se accede al club propiamente dicho: seis salas, dos bares y una piscina que se intuye al final, entre cortinas y ventanas abiertas al jardín.

El corazón del club vibra en The Living Room, donde el tiempo se ralentiza entre el Martini Bar y los sofás de cuero. En el techo, un fresco muestra a la familia original jugando: la nostalgia se mezcla con el sonido de copas y el tintinear de hielos. En otra sala, The Salon, la inspiración parisina se impone con seda, molduras y vistas al Tibidabo. Todo suena a sobremesa larga, a conversación sin prisa, a esa elegancia sin esfuerzo que parece inventada en Barcelona.

La carta que se puede probar en The Living Room cuenta con clásicos mediterráneos elevados, con guiños al Cantábrico y al Pirineo

La carta sigue la misma filosofía: clásicos mediterráneos elevados, con guiños al Cantábrico y al Pirineo. Entre otros, es posible comer o cenar ostras, embutidos ibéricos, trucha o pluma flameada. Subiendo la gran escalera se llega al restaurante, donde el espíritu japonés de Pen Yen se abre paso entre suelos de azulejos ingleses y cortinas azul claro. La cocina abierta deja ver al chef preparando hamachi con trufa yuzu, beef tataki o el mítico black cod con miso. Es un rincón pensado para comer despacio, dejarse llevar por los cócteles de sake y perder la noción del tiempo en la terraza que abraza la casa con vistas al jardín.

Afuera, el aire cambia. El suelo de terracota y piedra caliza se funde con la vegetación exuberante que rodea la piscina de 14 metros, flanqueada por las icónicas tumbonas de rayas Soho House. Aquí, el sol se mezcla con la sombra de las palmeras, el sonido del agua y el olor de la comida cocinándose en horno de leña: rib eye con hueso, lenguado mediterráneo, canelones de rabo de toro. Es un lugar para quedarse todo el día —desayunar, nadar, leer, almorzar, volver a zambullirse— y entender por qué la palabra “membresía” aquí suena más a privilegio que a suscripción.

En la cuarta planta, el Soho Health Club reinterpreta el bienestar como placer sofisticado. Nada de clichés “wellness”: aquí los tratamientos son ciencia y sensorialidad a partes iguales. Cabinas con vistas al Tibidabo, aromas de Cowshed y Omorovicza, y experiencias exclusivas como el Water Massage o el HydraFacial Body Treatment. En la planta baja, el gimnasio parece una instalación de arte con sus azulejos decorativos, apliques hechos a medida y suelos de terracota. Hay clases de Pilates, Yoga, Strength y Precision Sculpt, y un café vegetariano donde sirven bowls y tortitas de boniato para volver a la vida después del esfuerzo.

La casa, además, late con arte. Más de 80 obras componen la colección permanente, con nombres que van de Tàpies y Eva Fàbregas a talentos jóvenes como Ana Monsó o Iván Forcadell. Las piezas dialogan con los murales y molduras originales, como si el pasado y el presente hubiesen pactado una tregua estética.

En tiempos donde el ruido urbano y la prisa parecen norma, Barcelona Pool House propone un contrapunto elegante: un lugar donde el arte, el descanso y la belleza conviven bajo el mismo techo. No hace falta ser socio para entenderlo; basta imaginar un día cualquiera entre mármol, sol y calma. Un refugio elevado sobre la ciudad que, más que un club, parece un estado de ánimo.

Las membresías para esta nueva house está disponible AQUÍ (bajo revisión del equipo). Para acceder a todas las houses, el fee es de 3.300€/año (1.650€/año para menores de 27 años), la membresía exclusiva a la Barcelona Pool House es de 2.800€/año (1.400€/año para menores de 27).