Pese a que vivimos en un país principalmente carnívoro donde un chuletón castellano, buenos solomillos vascos, sabrosos fricandó catalanes o chacinas andaluzas nos tienen ganadito el corazón, son muchos los pescados que a lo largo de toda la costa ponen el contrapunto a una gastronomía completa y como pocas en el mundo. Seguramente, y si tus vacaciones han sido de playa, el pescado haya sido tu común denominador gastronómico diario. Una opción que de vuelta a Madrid quieres seguir manteniendo, siempre y cuando este sea fresco, sabroso y que te deje sin aliento. ¿Y si nos pasamos por Bistronómika?

Educado a la sombra de Roncero y Chicote y habiéndose curtido en las cocinas del Ritz, Del Portillo demuestra que sus manos valen oro y sus técnicas, nuestro aplauso en la sobremesa

Seguramente te hayas dejado caer en algún momento por este restaurante localizado en las cercanías de Atocha. Un pequeño local célebre por sus carnes y donde lo mismo disfrutas de un rico pichón o atacas a unas sabrosas costillas de esas a las que es legal darles el alto. Pues bien, ¿y si te dijéramos, amigo de las reses bravas, que su chef Carlos del Portillo se enfrenta a los pescados tanto atlánticos como mediterráneos como un auténtico crack entre fogones?

Al mismo nivel de sus opciones carnívoras, encontramos los pescados que no pierden comba si de rivalizar en carta se trata. Rodaballos, lubinas, cabrachos, salmonetes, mero o atún rojo, se mezclan bien frescos entre navajas, centollas, vieiras, chipirones o pulpo en su punto y listo para catar. Pescados salvajes que sin hacer de Bistronómika un restaurante al más puro estilo de la costa, si lo convierte (también) en referente del pescado 100% natural, tratado para que su cocción, sabor y textura no se pierdan de paso a paso y emplatado.

Además y para los amantes del probar de todo, de martes a viernes y en mediodía Del Portillo ofrece su menú 5Bokados, en el que una Gilda Bistronómika, una ración de verdura, un pescado fresco, una carne y un postre o quesos a elegir, se disponen ante el comensal como la mejor carta de presentación de una cocina que no marea sino que va directa al corazón.

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