Crítica: ‘Wildlife’ de Paul Dano, o las cosas que salvamos en el fuego
Te sonará el nombre de Paul Dano si Pequeña Miss Sunshine es una de tus películas favoritas. El que fue teenager rebelde de aquella entrañable road movie ha debutado como realizador en Wildlife, en la que dirige a Carey Mulligan, Jake Gyllenhaal y a un ya por siempre brillante Ed Oxenbould, en la primera adaptación cinematográfica que se realiza de una novela de Richard Ford, que publicara dicha ficción homónima en 1990.
La narración de la cinta transcurre en 1960 y está ambientada en Great Falls, un pueblo de Montana, y refleja la brecha emocional por la que atraviesa un matrimonio partiendo de la mirada de Joe Brinson, el hijo de la pareja, un chaval de 14 años introvertido y sensible que intenta sobrevivir en cada marejada que el guión, adaptado por el propio Paul Dano y Zoe Kazan, le depara.
Paul Dano magnifica la ficción de Richard Ford con una delicada adaptación en su guión y la brillantez de su reparto actoral
La familia parece vivir en un estado de sosiego. Están justos económicamente pero los tres apuestan que saldrán adelante en cada cena. Jerry (Jake Gyllenhaal), el padre de la familia, trabaja como instructor en un club de golf. La madre, Jeanette (interpretada por Carey Mulligan- An Education, Mudbound– que brilla en todos y cada uno de sus registros actorales) se dedicó durante algunos años a profesora de matemáticas, pero dejó de lado su carrera profesional para dedicarse a las labores del hogar.
Al inicio de la cinta la familia parece vivir en un aparente estado de sosiego
De repente, el cabeza de familia pierde su trabajo, se desmorona en la más profunda depresión y la armonía de los Brinson se rompe. Tanto Jerry como Jeanette fueron a la universidad de Whasington y simulan pertenecer a la clase media que parece estar en vías de consolidación, en un país en el que Keneddy acaba de ganar las elecciones y los movimientos sociales comienzan a rugir en pro de los derechos de la comunidad afroamericana y los movimientos estudiantiles comienzan a moverse contra el patriarcado y la guerra de Vietnam.
De izquierda a derecha, Carey Mulligan, Ed Oxenbould y Jake Gyllenhaal
Las montañas de aquel pueblo fronterizo con Canadá parecen ser las únicas testigos del declive por el que está atravesando esta familia, que parece estar aislada en medio de la nada. Tras un contenido debate en el que la madre le pide permiso al padre para regresar al mundo laboral, parece tener lugar un pistoletazo de salida hacia una ruta de no retorno para los Brinson. Jerry comienza a combinar sus clases en la escuela con un empleo como asistente en un estudio de fotografía y, tanto él como su madre, parecen ir desarrollando una armadura de resistencia para soportar la depresión de un padre situado en un plano cada vez mas ausente. Una noche cualquiera, en la que los padres se pelean, Jerry decide alistarse al grupo de bomberos del estado de Montana, para sofocar los incendios forestales. No parecen importarle el escaso salario ni las duras condiciones. Parece querer huir del huracán que se ha sembrado en casa y no está dispuesto a soportar llevar a cabo trabajos no cualificados en el pueblo, donde todo el mundo le conoce. A partir de este punto, puede observarse en la cinta la caída de la familia como clase media cómo se trastoca por completo la identidad de esta familia nuclear media estadounidense.
Carey Mulligan brilla en sus diferentes registros actorales
Resulta interesante observar cómo Jeanette va soltándose paulatinamente la melena, aprovechando que su marido ha abandonado el núcleo familiar y se va diluyendo esa imagen de the perfect wife que simula en la primera parte de la película. En un aparente subidón, la madre comenzará a frecuentar reuniones con amigos, vestirse con ropa moderna y volver tarde a casa borracha. Mientras tanto, Joe intentará digerir todos los cambios vitales que ha tenido que experimentar en las últimas semanas, olvidarse por completo de su adolescencia y tomar las riendas de una casa abandonada por completo por sus progenitores.
Jake Gyllenhaal en una de las escenas de la película
Con anterioridad destaqué la actuación de Ed Oxenbould en Wildlife y llegados a este punto, reincido en mis alabanzas a la brillante ejecución de su personaje, que atraviesa en una contención silenciosa los acontecimientos que le depara la caída de sus padres, cristalizadas en escenas memorables, como la despedida con Jerry en el momento en el que se sube al camión que le llevará a l0s incendios, o la cena en casa del hombre de negocios -que puja por ser su padastro- a la que su madre le empuja a asistir para ofrecerle a este una imagen de madre perfecta.
Brecha emocional en la clásica familia nuclear americana
La de Wildlife es una historia universal que -si se me permite el desnudo- me ha trasladado a momentos familiares de mi adolescencia. Sostengo que es una cinta excelsa, con actuaciones brillantes de su reparto actoral. Son dignos de hacer mención la estética hopperiana y la increíble fotografía, en ese escenario vintage que Dano recrea en su debut, que fue estrenado en la edición de 2018 de Sundance e incluido en la sección Tops de la reciente edición del Americana Film Fest.