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Ainhoa Gurruchaga

En serio, el Día de los Enamorados. Quiero decir… El Día de la Pizza (9 de febrero), perfecto, puedo entenderlo, es de lo mejor que hemos podido decidir como raza, pero… ¿Un día para celebrar el amor? Rectifico, ¿un día en el que las parejas hacen que se quieren mucho gastando dinero absurdo con productos y/o servicios absurdos que sacan las marcas para hacer dinero y reírse mucho? Sí, a eso vamos de cabeza, que nos pega mucho. Atraída por la curiosidad y el desconocimiento del origen de esta fiesta me puse a investigar y resulta que hay mucho misticismo, poca coherencia y falta de pruebas en torno a la celebración de San Valentín. Vamos allá.

San Valentín de Roma, ¿posible origen?

Resulta que hay mucho misticismo, poca coherencia y falta de pruebas en torno a la celebración de San Valentín

Según la Wikipedia y otras fuentes –y no cito textualmente– San Valentín es una festividad de origen cristiano, que se celebra cada año el 14 de febrero supuestamente en honor o en conmemoración a un tipo que luego fue santo, San Valentín de Roma. De Roma. El Día de San Valentín es realmente el Día de San Valentín de Roma. Así que hay más Valentines, y tanto si los hay. Según la Enciclopedia Católica, San Valentín de Roma fue uno de los tres mártires, eso sí, de existencia discutida, que fueron ejecutados en tiempos del Imperio Romano. No se tienen muchos datos sobre ninguno de los otros dos, ni siquiera del San Valentín titular y las fuentes son confusas. 

Partiendo de esto, suponemos que nace como una festividad de origen cristiano, por lo que dicta que a su celebración deberían abstenerse personas ateas. ¡Tarde! Esto es como la Navidad que ya podemos ser 0 creyentes, que somos muy de venirnos arriba con los regalos. Vuelvo. San Valentín, Valentín a secas por aquel entonces, no tenía ni idea de que lo harían santo por lo que os cuento a continuación. Era un sacerdote que, hacia el siglo III, desafió al emperador Claudio II, un mal tipo que prohibió celebrar matrimonios entre jóvenes. Así que Valentín, cabreado y en un acto de rebeldía, empezó a casar a la gente en secreto. Como cuando Homer Simpson se ordenó reverendo y comenzó a casar a la gente del mismo sexo porque el reverendo Lovejoy se oponía, y así él se sacaba un buen pico. Mira, por una vez que los Simpson no se adelantan a la historia… Homer y San Valentín de Roma, la misma persona. 

La teoría de las lupercalias: de lo turbio al amor

Hasta aquí todo podría tener sentido: el Día de los Enamorados es en conmemoración a una persona que creía en el amor (o en el matrimonio según se mire…); pero nada más lejos de la realidad. El origen de este día sigue siendo un misterio y no existe teoría que esté comprobada y sea veraz al 100%. Hay quien lo liga a una festividad muy antigua llamada la lupercalia, una fiesta que consistía en un extraño ritual que tenía que ver con cabras, perros, sacrificios y pastores. Muy turbio. Estas se celebraban durante el mes de febrero y estaban destinadas a la purificación del espíritu. Sigo sin entender cómo alguien consideró que esto fuera el origen de San Valentín. Nada que ver… ¿o sí? Eso depende de vuestra imaginación. 

El caso es que, según Antigua Roma, “las lupercalias se siguieron celebrando incluso después de la imposición del cristianismo como religión oficial del Estado romano en el año 380 e incluso más allá de la fecha canónica que marca el final del Imperio de occidente, el año 476”. Pero aquí, amigos, es donde está el quid de la cuestión, donde la mayoría relacionan las lupercalia con San Valentín, pero a mí me sigue oliendo raruno… En el año 495 el Papa Gelasio I decidió terminar con aquella fiesta pagana y la sustituyó por una fiesta cristiana asociada con la purificación de la Virgen María, pero ni siquiera eso es seguro. Así que de una purificación a otra, sin pensarlo y sin de nuevo, mucho sentido, porque ambas festividades no tenían ningún tipo de parecido: sacrificios con amor. Espera… 

De una fiesta católica a la comercialización

El origen de este día sigue siendo un misterio y no existe teoría que esté comprobada y sea veraz al 100%

Total, que desde entonces la festividad de San Valentín fue incluida en el calendario litúrgico tradicional y fue celebrada por la Iglesia católica durante los 15 siglos siguientes hasta que bajo el pontificado de Pablo IV y tras el Concilio Vaticano II, fue eliminada del calendario en 1969, pasando a ser una fecha con santo, pero sin celebración. O sea todo lo contrario a cómo sentimos el 14 de febrero a día de hoy: santo who y celebración a tope. A día de hoy la Iglesia Católica no puede afirmar ni creer saber mucho sobre San Valentín como figura histórica, y esta festividad fue eliminada del calendario litúrgico, convirtiéndose así en una festividad más comercializada por la Iglesia (que digo yo a ver si las piruletas de corazón de la marca Fiesta son suyas…).

El problema es que por aquel entonces la fiesta ya estaba muy aferrada a la gente y viceversa. Eran los 70, amor everywhere y el 14 de febrero como Día de los Enamorados estaba más extendido que el coronavirus, los challenges absurdos o los change.org sin sentido. Tras las facilidades de producción en cadena de la revolución industrial y el éxito de las tarjetas de felicitación, uno de los regalos más míticos de este día, el 14 de febrero ya estaba desatado y era algo más: era un negocio. Según la Federación Nacional de Comercio de EE.UU. (fuente BBC) los estadounidenses se gastan 18.900 millones de dólares en este día cada año. Aplauso lento y sonoro desde aquí: ¡Clap

La coherencia de la Edad Media: amor por correo postal

Pero tengo una teoría dedicada a personas ateas o a aquellas que dudan de las historias de la Iglesia, que se sostiene un poco más, así que si no fue el tal Gelasio… ¿Cuándo comenzó a asociarse a San Valentín con el amor? Hay quien habla de trovadores enamorados y dice que lo más probable es que no fuera hasta la Edad Media cuando comenzaran a relacionarse ambos conceptos. Según la creencia medieval procedente de Inglaterra y Francia, el 14 de febrero los enamorados se enviaban postales porque a mediados del segundo mes del año, “todas las aves escogen a su pareja” y, además, según apuntan desde el blog Antigua Roma (mi nueva web favorita): la posible relación entre San Valentín y el amor se encuentra en el poema The Parlament of Foules (El Parlamento de las aves), escrito entre 1381 y 1383 por el poeta inglés Geoffrey Chaucer

¿Y si Greta Thunberg es realmente San Valentín viajando en el tiempo? A ver si con Jesús pasa lo mismo y es en realidad el fundador de Amazon que se forra cada Navidad…

Siendo sincera, esta teoría me cuadra más, pero sigue sin ser probada. Aquí lo único que queda claro es que tanto si San Valentín de Roma existió como si no, o si Gelasio estaba atrapado en un año distinto a su tiempo como en Dark y es la persona que ideó las tarjetas de San Valentín, lo que queda claro es que nuestro San Valentín titular, el oficial, el de Roma, era un rebelde. Si hoy estuviera vivo estaría cada viernes sentado en Fridays For Future y liderando la marcha del orgullo LGTBIQ o encadenado de la manita al árbol con la Baronesa Thyssen. Él sería nuestra Greta Thunberg. Espera, ¿y si Greta es en verdad San Valentín? ¿Y si no es Gelasio y es Valentín el que está viajando en el tiempo? ¿A ver si con Jesús pasa lo mismo y es en realidad el fundador de Amazon que ha viajado en el tiempo y se forra cada Navidad? 

Creo que me he hecho un lío de los buenos, como cuando hablé de las sandías, donde casi acabo fomentando el canibalismo. Pues eso, que hasta que se compruebe si San Valentín existió o no, nos merecemos un santo de verdad en esa fecha. Se cree que a día de hoy hay alrededor de 10.000 beatos y santos, según fuentes históricas y basadas en la martirología católica ya que la Iglesia Católica no hace pública ninguna cifra oficial (uy qué raro, no? Digo…) Entre tanto donde elegir yo no me creo que no haya un santo o santa mejor. Mientras el nuevo gobierno o a quien corresponda decide esto yo voto por pasar el día 9 de febrero, día de la pizza, al 14. Total, puede seguir llamándose El día de los Enamorados, porque quién, a ver quién en su sano juicio en pleno 2020 no ama la pizza.