En el encantador barrio de Gràcia, al final de la bulliciosa y gastronómica calle del Torrent de l’Olla, te están esperando los clásicos del recetario israelí más casual, desenfadados y, sí, sabrosos que te puedas echar a la cara. Hablamos de los platillos de Dos Manos, el proyecto de los socios Ofer Kabilo y Eyal Arbiv, que se han ganado un hueco en nuestra lista de favoritos desde su apertura el pasado septiembre. Os contamos por qué. F: Todas las imágenes cortesía de Dos Manos © Dos Manos.

En su vistosa barra de terrazo, dispone un bodegón con los ingredientes frescos más emblemáticos de sus platos

Que nada más entrar escucháramos comensales hablar israelí fue un buen augurio que no decepcionó con el primer bocado, pero vamos por partes. Aquí te entregan a Israel en la palma de tu mano, y nunca mejor dicho, pues este pita & Tapas bar debe su nombre a su finger food con toda la esencia de Tel Aviv. Su propuesta, tan gourmet como saludable y con opciones vegetarianas, veganas y carnívoras, es toda una oda a la comida callejera más cool de Israel y a la autenticidad de la memoria gastronómica de Kabilo y Arbiv. Y es que los creadores de este concepto transmiten su entusiasmo por la comida de su infancia en cada plato, que ha sido reformulado hasta la saciedad para dar con el sabor, el aroma y la experiencia más fiel a esas raíces.

Olvídate de todo lo que creías que era una pita hasta ahora, porque aquí, estas protagonistas de la carta son todo un viaje gastronómico que, si bien seducen al 110% de paladares, no son recetas que traicionen su sabor original por adaptarse al gusto del público occidental. Así, encuentras una Aliza, cuyo relleno se prepara directamente dentro de la pita concluyendo en una carne de ternera y cordero de lo más tierna, rosada y al punto, y un pan crujiente, ahumado y con todo el sabor de los jugos de la carne. ¿Ya te están sonando las tripas? Pues no querrás saber que también ofrecen la mítica Arayes, con un pescado picado abundantemente especiado y aromático. O la Sabij, favorita del chef y joyita para cualquier expat que eche de menos su tierra, que sorprende a cada bocado debido a su potente combinación de ingredientes vegetarianos, como la berenjena frita, el huevo duro o el crujiente y fresquísimo pepinillo, el topping más querido en la casa. Y no podemos pasar por alto la Oh Mama, de pechuga de pollo crujiente, que recibe el nombre de las palabras que salen de la boca de cualquiera que la prueba. 

También encontrarás platazos como el shakshuka, el hummus con varias declinaciones de la receta original o su shawarma vegano

Más cosas que comer con las manos siguiendo la filosofía del restaurante: los entrantes. Su fantástico Bonfire, que consta de berenjena asada con queso labne, tahini, miel de dátil y summac, y combina de miedo su sabor ahumado de brasas con lo refrescante del resto de ingredientes. O el Balagan, una coliflor tan sabrosa que te hará llorar de gusto. Probarás tahini en todas sus vertientes, pero siempre cremoso y equilibrado hasta la perfección, así como el perejil que adorna todos sus platillos aportando ese toque fresco que, a la vez, nos acerca a los sabores de nuestra propia gastronomía. Pero no te equivoques, estos dos favoritos no roban el protagonismo a ningún plato, pues no hay demasiado de nada y cada ingrediente está en su justa medida. Y es que en el arte también hay matemáticas exactas, ¿no te parece?

Para el segundo estómago donde mandamos a los postres por muy llenxs que quedemos, tenemos dos opciones entre las que no podemos elegir. El Malabi, hecho a base de leche de coco, nata, pistacho y cacahuete, y el Kanafeh, con queso y mantequilla de cabra y vaca, sirope y piel de naranja. El primero remite a la gastronomía turca y árabe y el segundo tiene origen en una pequeña comunidad del norte de Israel, así que no has probado algo tan auténtico en ninguna parte. 

Como guinda del pastel, toda esta maravilla gastronómica tiene lugar en un local de lo más cool, cosmopolita y contemporáneo, obra del diseñador de interiores Liat Eliav estudio. Su fuerte componente industrial, junto con el predominante color verde musgo de las baldosas, los acentos de terrazo y los bancos altos te van a seducir solo con asomar la cabeza por la puerta. 

Lo dicho. Dos Manos no solo borda su propuesta de recetas israelíes y el arte de la pita, sino que proporciona una experiencia culinaria única en la Ciudad Condal.