En ocasiones, disfrutando de una comida o cena entre amigos, pareja o rollete estacional, sentimos que el tiempo se para o que disminuye su ritmo. No sabemos si es cosa nuestra o que es el entorno el que provoca esa sensación, pero afortunados somos si en algún momento podemos llegar a ese placer gastronómico. Un placer que tomando como hilo conductor un servicio gastronómico impecable, nos hace olvidar que en el exterior todo sigue su ritmo y privilegiados somos nosotros que podemos danzar al ritmo que manda el sonar de nuestros cubiertos. Poesía que solo algunos locales consiguen y entre ellos El 38 de Larumbe.

Localizado en plena y bulliciosa Castellana y a un tiro de piedra de la City madrileña, la cocina de Pedro Larumbe aúna los mejores platos del recetario tradicional con las mejores técnicas para tratar la modernidad más culinaria.

Abierto de la mañana hasta la noche es perfecto para dejarte sorprender en cualquiera de sus formatos

Un local que mucho tiene de diseño parisino, sofisticación inglesa y servicio alemán y que, mezclado todo con el buen hacer entre los fogones de un español que sabe lo que se cuece, nos deja propuestas tan sabrosas como su sardina ahumada sobre pan de cristal, el milhojas de foie y papaya caramelizada, la ensalada de bogavante con aceite de naranja y salsa de almendras, las cocochas de merluza al pil-pil con huevo asado, la terrina de cochinillo con mermelada de piquillo y patatas panadera o una tarta de higos y brevas que quita verdaderamente la razón.

Una opción más que aceptable si lo que se quiere es tramar un plan diferente y si al pagar no quieres sentirte estafado con tanta finura pagada a precio de oro. No es el caso. Disfruten y aplaudan al chef.