Los hermanos Alam han vuelto a dar en el clavo. Tras bajar momentáneamente la persiana de la sede que Fish&Chips tenía hasta hace poco en la calle Balmes, han decidido reabrir convirtiendo el espacio en un restaurante de pequeño formato donde el pescado sigue siendo el protagonista, aunque ahora lo hace compartiendo estrellato con un gran favorito de la casa: el marisco, que está pensado para disfrutar con algunos de sus vinos naturales favoritos. Una vez más, Mani y Magid han dotado de sentido la vida de los foodies que habitan el upper Diagonal, con opciones sencillas pero únicas en la zona y efectivas, lejos de pretensiones y tickets medios desorbitados. Así lo demostraron con Antonia’s Burger, lo reafirmaron con Bien Kebab y ahora re-legitiman con El FISH Bar.

Una visita a El FISH Bar empieza con uno de sus Snacks, como el pan de hogaza con mantequilla casera, uno de los clásicos más reivindicados de los últimos tiempos y que tan bien casa con mariscos de su sección de Crudos de la carta como la ostra natural, ya sea al limón, con calabaza o en salsa de cocktail; así como con la escupiña grabada con lima y aceite de cebollino; o la dorada curada con tomate y compota de limón. Otros entrantes a los que merece la pena prestar atención son la tostada de lubina en conserva con aceite de oliva, el paté de bacalao con picos, las originales croquetas de anguila con manzana, su gilda de langostino, calabacin y feta; el brioche de centollo y kimchi o el bocadito nórdico con arenque ahumado, pepinillos caseros y queso crema. Todos ellos caprichos que entran tan bien como el vino que los acompaña.

Una vez más, Mani y Magid han dotado de sentido la vida de los ‘foodies’ que habitan el ‘upper’ Diagonal, con una opción senzilla pero única en la zona

Este manjar informal puede seguir con cualquiera de sus platos de Plancha, como las zamburiñas con beurre blanc de pomelo o las navajas con ajo, perejil y pimentón; o sabrosos platos vegetarianos como las alcachodas con crema de queso y migas o las endivias al vermut, olivada y crème fraiche de coco. Los Fritos, algo que no podía faltar haciendo honor a su predecesor local, tienen también un hueco en la carta, con platos como el fish & chips con rebozado de cereales, salsa tártara y mango chutney; o uno de los platos insignia del lugar: el lluritu con salsa unnagi y salsa nori, tan sabroso como visual.

Como los hermanos Alam saben que de marisco no vive el hombre, la carta finaliza con una contundente sección de Sandwiches, con maravillas pensadas ad hoc como el fish burger con tártara de eneldo, pepinillo y queso cheddar; el bocata de calamar con brioche de mantequilla y allioli en su tinta; o sandwich de sardina rebozada con pimientos del piquillo y salsa gribiche. Entre los postres no hay lugar para la duda: los flanes cortesía de la experimentada Dramerie hacen dulce justicia a un manjar a base de caprichos.

Para acompañar la selección de platillos, los hermanos Alam han crado una carta de vinos con hasta 50 referencias entre blancos, tintos con cuerpo, tintos ligeros, orange y otros caldos con burbujas, cuyos nombres van acompañados con las variedades de uva que componen cada botella. Una forma de explicar los vinos agradecida, que no se reduce al ‘dulce’ o ‘afrutado’ que siempre suena reduccionista y falto de coherancia.

Comer o cenar en El FISH Bar cuesta a partir de 30€, que se puede disfrutar en un coqueto espacio pensado para unos pocos comensales que han encontrado en este local la esencia de las neo marisquerías.