En un momento en el que los restaurantes trendy, cool, cosy y must parecen copar las primeras opciones a la hora de elegir restaurante para comer, las tabernas siguen manteniendo ese sello que las hace indestructibles. Al igual que es complicado que una croqueta sea mala, unas bravas no estén lo suficientemente hechas o una ensaladilla no tenga su punto exacto de mahonesa, las tabernas son siempre la opción más segura si queremos salir satisfechos tras el servicio. ¿Has ido a la taberna El Gallocanta? ¡Deberías hacerlo de cabeza!

Localizada a un tiro de piedra del Museo del Prado y con apenas unas semanas de vida, El Gallocanta llega al barrio de Las Letras con la intención de seducir al personal y dejar a todos babeando con su propuesta basada en el huevo campero como carta de presentación. Una taberna que ocupando el mismo local que en su día hizo el famoso Rábano, nos trae lo mejor de la cocina tradicional, pura, castiza y de toda la vida para alegría del comensal y festejo del boca a boca.

Sus vinos de la bodega Finca Herrera, el vermú Martínez Lacuesta y su delicada selección de champañas completan una carta de bebidas a la que no le falta de nada

El sueño gastronómico de Santiago Vaca de Osma y Manuel Herrera, tándem perfecto que encontró en la cocina sencilla de producto de temporada, los buenos vinos (y cervezas), las carnes de Teruel y los sabrosos huevos una escueta carta pero implacable.

¿Qué deberíamos pedir? Tortilla de patata (con cebolla dulce de Fuentes del Ebro), ensaladilla rusa, cecina curada de Teruel, bienmesabe, boletus y setas con jamón, tortillas para compartir (alcachofas, rilletes de oca o boletus), pisto con huevo (su puntilla es lo mejor que has probado en años), solomillo o presa con su cada vez más famosa salsa (casera) rusticana o un cachopo relleno de jamón, queso y crema de piquillo que estando de sobresaliente no nos quita las ganas de rellenar el hueco sobrante con su flan con toque de queso y nata que ponen punto y final a una comida como la fama de las tabernas mandan. ¡Qué gusto!