En los últimos años, las reformas urbanísticas, que regalan zonas peatonales y algo más habitables a los centros neurálgicos de la ciudad, se han portado bien con las inmediaciones de la Estació del Nord. Algo que, paradójicamente, no ha venido respaldado por una oferta gastronómica a la altura, donde los vecinos pudieran disfrutar de platillos bien hechos, para comer a gusto y sin prisa. El Puestu nace hace escasos meses como pionero de este giro culinario en Fort Pienc, un área que reclamaba a gritos una apertura de este calibre.

El Puestu nace hace escasos meses como pionero de un necesario giro culinario en Fort Pienc

Xavi, propietario y también encargado de recibirte detrás de la barra con una sonrisa, es de aquellos que recuerda qué vino tomaste la última vez, o si eres más de caña o vermut. Adivinamos que su naturaleza amistosa es reflejo de haber crecido en Lloret de Mar, una población con una idiosincrasia muy particular, acostumbrada a convivir con gente de todo el mundo, y donde adivinamos más de una vez echó de menos comer bien en medio de una propuesta gastronómica abarrotada y a menudo poco fiable, tal y como sucede en el barrio en el que ahora abre la persiana de su nuevo restaurante.

Con todos los tics de un bar de toda la vida -cristaleras en amarillo vintage, baldosas que forran la barra como antaño y una banda sonora en la que puedes escuchar desde Marisol a Peret, por poner algunos ejemplos-, aunque conscientes del año en que vivimos, El Puestu es uno de aquellos lugares que resultan familiares. Su carta sigue esta línea, en la que las recetas de toda la vida tienen ese toque que las hace únicas y rabiosamente actuales, aunque siempre con cero pretensión.

Con todos los tics de un bar de toda la vida, El Puestu es uno de aquellos lugares que resultan familiares

Sus platos, en los que se reivindica el barrio de Fort Pienc junto al nombre del lugar a modo de leyenda inscrita, sirven desde aceitunas maridadas o las chips con su salsita, hasta otras tapas como su particular rusa -que ellos llaman Desde Rusia con amor-, los boquerones ‘on fire’, o la inigualable mojama Gandhi, con praliné de avellanas, almendras y pimienta. La carta sigue con una acertada sección de Ahumados, entre los que encontramos uno de nuestros platos favoritos: la ensalada de anguila con berenjena, y escarola. Como en cualquier bar de toda la vida, no falta la charcutería con una divertida propuesta, el ‘Arbol’ de embutidos, del que cuelgan distintas piezas, y cuyo precio se calcula a partir de la diferencia de peso del mismo antes y después de ser servido a mesa.

La carta nos sigue llevando de viaje por la gastronomía patria a través de su sección Me tienes frito, que cuenta con unas personalísimas patatas bravas picantonas, las croquetas de Idiazábal o las sabrosas costillas de conejo rebozadas con salsa tártara. No obstante, si por algo nos tiene robado el corazón El Puestu, es por servir platos de toda la vida como los caracoles en lata con tomate o por el arroz del Delta del Ebro con gambitas y alioli de azafrán, receta que bien podría estar facturada por una de las mejores arrocerías de la ciudad. Otros imprescindibles son sus mejillones al vapor con cebolla; el salteado de butifarra, espardeña, ajos tiernos y setas de temporada; su pilota d’or -para la que uno se tendrá que esperar 15 merecidos minutos- y que se podría traducir como una albóndiga grande que se usa en el cocido catalán aka escudella.

La carta es un viaje por la gastronomía patria, que salpica la tradición con un toque de vanguardia

Este frenesí gastronómico culmina con una selección de postres de los cuales resaltamos dos imprescindibles. Por un lado, el milhojas de mascarpone con pistachos y frambuesa, un postre que sorprende porque bien podría estar en un restaurante con Estrella. Por el otro, el sencillísimo pan con tomate y chocolate, un postre que la madre de Xavi le preparaba de pequeño y que ha querido recuperar para compartir este imaginario exquisito con sus clientes.

Comer o cenar en el puesto te costará a partir de 25€, dependiendo siempre de la sed y el apetito con los que llegues a Fort Pienc.