Nadie imaginaría que en el número 37 de la bulliciosa calle Montera se esconde un jardín secreto. En mitad de la algarabía formada por compradores de oro, encuestadores, trabajadoras sexuales, ejecutivos cabreados y turistas espitosos, se encuentra el gran local del diseñador de bolsos y complementos Salvador Bachiller. 

En la tienda de bolsos de Salvador Bachiller se esconde un refugio para aquellos que buscan paz, inspiración o tomar un té en un jardín entre Sol y Gran Vía

Dejando atrás la tienda, llegamos a la tercera planta y encontramos el Salón de Té, una estancia cálida que nos recuerda vagamente a Twin Peaks pero también a los cafés parisinos de entreguerras. La decoración, cuidada al detalle, combina cortinas teloneras de terciopelo, sillones acolchados, espejos de marcos dorados y paredes estampadas de palmeras. Allí podemos disfrutar de una amplia carta de cafés, infusiones, chocolate caliente o té acompañados siempre de piezas de pastelería -regalo de la casa-, así como de tentempiés salados: roll de salmon y rúcula o un mollete de ibérico, queso brie y cebolla, éstos servidos con una crema y una pequeña ensalada.

Si subimos una planta más, aparecemos en un jardín climatizado de limoneros, helechos y enredaderas dónde Alicia y el Sombrerero Loco se montarían la rave de sus vidas. Al fondo, una salida a un balcón al aire libre con un merendero, una elegante mesa de barbacoa y un columpio biplaza de los de antaño. Extrañados por la calma reinante, nos asomamos por el poyete de la terraza y, sí, comprobamos que seguimos en Montera. 

Si hay hambre, tanto el salón como el jardín cuentan con un menú del día para las comidas de entre 10 y 15 euros. La casa nos recomienda el cous cous con pollo y la pasta con salsa bolognesa vegana. En los postres, ojo a la tarta de queso y al coulant de chocolate con frutas de la pasión. Además, cuenta la encargada que acaba de llegar al lugar un coctelero para animar las tardes noches de los más sibaritas.

Podemos respirar tranquilos. Siempre que la ansiedad nos pueda cruzando Montera, recordaremos que la paz está muy cerca.