En gastronomía, el que se queda atrás es muy complicado que luego remonte. De la misma manera que el mundo evoluciona, también evolucionan los paladares. Si antes salir a comer una buena pizza era lo más de lo más, ahora ceviches, pollos asados y la fusión se mantienen como marcadores de tendencias en el maravilloso mundo de lo foodie. Datos que en El Taller manejan y de los que sacan absoluto rédito por y para un cliente encantado de cruzar sus puertas. F: Cortesía de El Taller

El bacalao al pil-pil, la terrina de foie y el ceviche son los tres platos que conforman las especialidades de El Taller, de las que el chef Luis Granados está plenamente orgulloso

Azca recupera su rango como punto gastronómico gracias a restaurantes como El Taller. Un punto de encuentro de papilas gustativas que, más allá de querer llenar el buche (sin más), quiere regodearse en los sabores, texturas y complicaciones varias que un plato necesita para quitarnos el hipo. Una cocina de autor con raíces de lo más versadas, que beben del pasado pero no le quitan ojo al futuro, mientras en el presente siguen experimentando con recetas y materias primas que aún siguen pidiendo una vuelta, un giro de 180º.

Un negocio regentado por el chef limeño Luis Granados, que sabe dar en el clavo y adelantarse al nuevo gusto del cliente que, más allá de probar cosas novedosas sin más, quiere que entre tanta evolución y experimentación existan sabores que le corten la respiración. Un objetivo que él consigue, gracias a años de experiencia, con su propuesta mediterránea y guiño internacional, que se hacía más que necesaria en la capital.

Y es que en El Taller, desde su jamón D.O. con tejas tostadas y tomate rallado, la terrina de foie gras al toque de higos, el bacalao en tempura con muselina de soja y miel, las albóndigas guisadas de vacuno y boletus al Idiazabal, el ceviche de pescados en leche de tigre al cilantro o los crujientes de queso de cabra y nueces a sus canelones de ají de gallina al gratén de rocoto y queso manchego, el lomo de bacalao al pil-pil de cilantro y fetuccini de calabacines, el steak tartar de vaca vieja sobre yuca frita o el secreto ibérico D.O. Los Pedroches a la parrilla con verduras glaseadas, sin olvidarnos del tremendo tiramisú de arroz con leche y bizcocho de café o la cheesecake de zanahoria con galleta de quinoa, están para celebrar que la elección de restaurante ha triunfado y que una próxima reserva es de obligada necesidad.