El estreno de Achterland en La Monnaie de Bruselas en 1990 supuso un antes y un después en la actualmente  dilatada carrera de Anne Teresa De Keersmaeker, considerada uno de los iconos de la danza contemporánea. No solo porque supondría la estabilidad para la compañía, que pasaría a ser residente en la institución de 1992 a 2007. Al igual que en Mikrokosmos (1987), la coreógrafa belga diseñaba una línea de baile específico para hombres,  y por primera vez incorporaría a la compañía, compuesta de pleno por mujeres desde su creación, en 1983, a tres bailarines.

Geometría fractal y sincronía de belleza y ejecución implacables en una pieza icónica 

Asimismo, otorgó a los músicos -György Ligeti y Eugène Ysaÿe en aquel momento-  una posición central en el escenario y un papel activo en la dinámica global, un planteamiento que trasladaría a posteriori en los proyectos que crearía, y las nociones de geometría fractal insertas a sus movimientos, la viveza del violín –interpretada por los violinistas Juan María Braceras y Naamán Sluchin- y los pianistas Wilhem Latchoumia o Joonas Ahonen y la sincronía simétrica influirían de forma notable a la coreografía que De Keersmaeker diseñaría para la pieza. 

El minimalismo y la feminidad, claves en sus piezas anteriores, rondaban la metamorfosis hacia una «tierra radical de nadie donde las fronteras se desplazan y las señales se vuelven borrosas», según acuñaría la coreógrafa en un entrevista. Aquel sentido binario de género que marcó la composición de la coreografía de Achterland se difumina paulatinamente a lo largo de la ejecución de la pieza, en la que, si bien se asocia el movimiento de las bailarinas a las sonatas de violín de Ysaÿe y a los bailarines a las notas de piano de Ligeti, se da lugar a una sintonía entre todos los actores de la pieza, otorgando a la mujer un ligero predominio en la misma.

Achterland se estrenó ayer en el Mercat de les Flors en el marco del festival Dansa Quinzena Metropolitana, y será representada hasta el 30 de marzo.