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El año pasado fue uno de los temas candentes entre todos los clubbers: el cierre de la mítica sala londinense Fabric. El culmen de los tiempos oscuros que está atravesando la cultura de club en todo el mundo.

La vida nocturna londinense entraba en un periodo de decadencia con el cierre del Fabric

Todo dio comienzo el verano pasado; tras la muerte -relacionada con las drogas- de dos adolescentes en el legendario Club, éste se vio obligado a cerrar para llevar a cabo una revisión de su licencia, que fue finalmente retirada por el distrito de Islington. La vida nocturna londinense entraba en un periodo de decadencia, teniendo en cuenta que alrededor del 50% de los clubs de la ciudad habían desaparecido en los últimos tiempos.

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Eran los tiempos en los que el conservador Boris Johnson ocupaba la alcaldía de la capital británica y el advenimiento de las mismas mentalidades que daban respaldo al Brexit no auguraban un buen futuro para la cultura de baile. Pero el actual alcalde, el laborista Sadiq Khan, expresó su preocupación por el cierre del club y sus buenas voluntades al respecto. Las redes sociales se incendiaron, importantes nombres de la música electrónica, DJ’s y aficionados mostraron su conmoción por las noticias a través de posts y hasta se llevó a cabo una campaña de change.org que superó las 160.000 firmas.

Además, ante la perspectiva de enormes pérdidas económicas (la vida nocturna londinense es la causa de que exista una gran red de transportes nocturnos y supone una de las principales fuentes de ingresos y empleo de la ciudad) y por la preservación de un legado que forma parte intrínseca de la cultura británica, finalmente, el 21 de noviembre se anunció la reapertura de Fabric.

El advenimiento de las mismas mentalidades que daban respaldo al Brexit no auguraban un buen futuro para la cultura de baile

El club, famoso por la diligencia de su personal y su seguridad, abre de nuevo con nuevas medidas: un nuevo sistema de identificación por scanner, un sistema secreto de vigilancia, la entrada prohibida de por vida para cualquier persona que se encuentre tratando o en posesión de drogas y nadie menor de 19 años de edad permitido entre el viernes 8pm a lunes 8am. Estas nuevas condiciones de apertura han afectado a una de las noches de Fabric en las que se programa música Drum & Bass y Jungle, la residencia de Playaz, cuya programación se irá reduciendo debido a la asociación de este tipo de música con determinada «cultura rave». Un tipo de política descabellada que recuerda a aquella de la Criminal Justice and Public Order Act de 1994, que contenía una sección que prohibía las raves, en la que la música era descrita como «una sucesión de ritmos repetitivos». La música nunca lo ha tenido fácil con la política, esto no es nada nuevo.

Pero en estos tiempos oscuros, lo que sí queda claro es que siempre queda espacio para el optimismo y que siempre habrá voces dispuestas a mostrar su inconformismo al respecto. Nos queremos quedar con eso, y por ejemplo, que en esta nueva etapa del Fabric, una agitadora cultural como es Vivianne Westwood, vaya a ser la curadora de una de las nuevas fiestas que se llevarán a cabo en el Club, y cuya recaudación estará destinada a la ayuda a la concienciación y prevención del cambio climático. Sea como fuere, ¡larga vida al Fabric!

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