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Ariana Díaz Celma

Aquí una ración de slow food con extra de kilómetro cero. Nos referimos a Fastvínic, una de las mejores opciones, si te encuentras en el centro de Barcelona, para comer su manjar por antonomasia: el bocadillo. Eso sí, siempre con productos que se muevan bajo los estándares proximidad, estacionalidad y sostenibilidad. ¿Lo mejor? La selección de vinos con distintas Denominacions de Origen catalanas, con la que se puede acompañar la comida, merienda o cena. Su máquina dispensadora, que funciona con una tarjeta a modo de credit card, te permite tomar vino a copas hasta decir basta. La carta viene a cargo del chef Sergi de Meià, un buen montón de bocados que se pueden degustar a con un hilo musical que varía a lo largo del día y que se anima a medida que pasan las horas. 

En la carta puedes encontrar más de 20 bocadillos, ensaladas, postres y aperitivos, como sus ya famosísimas croquetas de pollo o las patatas chips de Oliana. Entres los emparedados, puedes encontrar nombres -siempre dependiendo de la temporada-, como el de trucha de río, escarola e hinojo; el de roast beef, mostaza y miel; el de bull blanco; la hamburguesa de carne ecológica; el de bacalao a la llauna; el de pies de cerdo o el de perdiz a la vinagreta. ¿Quién dijo que el mundo del sandwich era aburrido?

Otro aspecto que también nos gusta de Fastvínic es su compromiso con el medio ambiente a través del diseño del local y su funcionamiento: interiores saludables, materiales y mobiliario ecológico, máximo ahorro energético e hídrico, y la garantía de que los residuos y emisiones contaminantes se minimizan y se gestionan adecuadamente. Esta apuesta por la sostenibilidad le ha hecho merecedor de conseguir la certificación LEED Gold, otorgada por el Green Building Council de Estados Unidos, y considerada el máximo referente internacional en el diseño, construcción y operación de edificios ecológicos de alto rendimiento.

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