Nacido en julio de 2017 de la mano de los jóvenes parisinos Olivier Philippe y Antoine Bailly con la misión de crear un bar à manger en el corazón de Barcelona, el restaurante Ginette fusiona con éxito la cocina clásica francesa con la catalana y la española. Lo hace capitaneado por el chef también parisino Hervé Escobar, que entre otros logros cuenta con años de experiencia en el restaurante Epicure del hotel Le Bristol de París, con nada más y nada menos que tres estrellas Michelin. Un dato relevante para entender la cocina que practica ahora en Ginette, con una técnica perfectamente ejecutada y sin etiquetas. F: Todas las imágenes por cortesía de Ginette

Ubicado a dos pasos del emblemático Arc de Triomf, con una atmósfera íntima y un interiorismo de lo más chic, Ginette te invita a ponerte cómodo en una de sus maravillosas sillas Vitra, a pedirte una buena botella de vino entre su amplia selección de vinos españoles y franceses y a compartirla con la mejor compañía a tu criterio mientras inicias una de esas conversaciones infinitas sobre el sentido de la vida, o lo que surja. Si tienes la oportunidad, hazte con una de las mesas de su salón interior, que da a un arrebatador patio de plantas, y entenderás de lo que hablaba la cantante francesa Édith Piaf en su vie en rose.

La degustación de sus postres, que hacen referencia a la clásica pastelería francesa, constituye un ritual prácticamente obligatorio

Este invierno, la experiencia gastronómica se intensifica aún más en Ginette con la presentación de una nueva carta que nos descubre los mejores sabores de su gastronomía de fusión. Empieza con sus celebérrimas croquetas de pato confitado (2€/unidad), su pan de ‘Pan a mà’ y mantequilla semi salada (2€) y las bravas de Ginette (6,5€), o su tabla de embutidos selección de Cal Tomàs (14€). Acto y seguido, lánzate de cabeza a sus principales vegetarianos, de la tierra o del mar; a su longaniza con cremoso de topinambur, shiitake y piñones (14€), su magret de pato con salsa tailandesa, chirivía y berros (17€), sus raviolis de champiñones con crema de cangrejo y salvia (13€), su coliflor al horno con comino, cilantro y almendras (7€) o su camembert al horno con miel y romero (14€). Todo, regado con un buen vino tinto, como el Bourgogne Pinot Noir de 2017 de Joseph Drouhin (38€).

Teniendo en cuenta que se trata de un restaurante comandado por un cocinero francés, la degustación de sus postres, que hacen referencia a la clásica pastelería francesa, constituye un ritual prácticamente obligatorio. Dicen que Escobar prepara el mejor mousse de chocolate de la Ciudad Condal, y desde aquí lo secundamos: no salgas por la puerta sin haber probado su decadente mousse de chocolate negro con caramelo salado y crumble de avellanas (6€) bajo ningún concepto. Otras de sus tentadoras opciones dulces, que bien se merecen un viaje de ida y vuelta al infierno (o al cielo, depende de cómo se mire), son su sablé breton con cremoso de bergamota y merengue (6,5€), su isla flotante con crema inglesa, caramelo al cardamomo y almendras (6€), su baba al ron con chantilly y ron de Jamaica (7€) o su queso del día –al más puro estilo francés–.

Ayúdate de un Espresso Martini para lidiar con tu nuevo food coma, o de uno de sus estudiados cócteles de autor, et voilà: habrás vivido una experiencia gastronómica superior, que mejora de la mano de un extraordinario servicio y de una atmósfera absolutamente acogedora. Un viaje a París sin moverte ni un ápice de Barcelona. Merci et à très bientôt, ¡Ginette!