Cuando se supo que Ángel León tenía la intención de situar un pequeño enclave marítimo en la capital, a muchos se nos hizo la boca agua y es que era más que necesario que el talento experimental de León fondeara en un Madrid abierto a sus sabores frescos, a unas recetas sin artificio y a un potente plancton como abanderado de este movimiento liderado por el chef sevillano. ¡Bienvenidos al Glass Mar!

Platos y tapas en abundancia repartidos en tres pasos y maridados con esos vinos del sur que tanto rollo le dan a nuestro picoteo de alta cocina

Si había un lugar perfecto para que el local de León tuviera un significado completo, ese era el Glass Bar del hotel Urban, punto de encuentro de lo más variopinto de la ciudad y desde ya coordenadas más que necesarias para los amantes del mar en su más amplio sabor. Un local ambientado por Koke Clos, con espacio para 30 comensales y dos barras donde lo mismo poder disfrutar de las especialidades de León (que huyen de la falsa sofisticación existente en muchos restaurantes bonitos, caros y sin sabor de Madrid), de la irrupción del Océano Atlántico que nos embauca como el mejor de los ingredientes en tres pasos o tiempos gastronómicos (Empieza la mar de a gusto, continúa la mar de bien y postres la mar de buenos) y una bodega con los mejores caldos, finos olorosos y amontillados o manzanillas de Sanlúcar, por empezar con algo a la altura de las circunstancias.

Platos para compartir donde las sardinas ahumadas, cremoso de jalapeños, las ostras merengadas, el pulpo a la brasa, los embutidos del mar, los camarones fritos con huevo y panceta ibérica, los calamares, la chuleta de atún, cazón en adobo y el plancton (bien elaborado con un impecable arroz meloso) se encargan de dar visibilidad a este espíritu marítimo que no admite un paso en falso y menos, unos berberechos con bien de algas… por gato. Un abanico de opciones con regusto a Aponiente (el local del Chef del Mar en el Puerto de Santa María) que nos permite congraciarnos de nuevo con las profundidades del rico océano y todo lo que él se puede esperar. Un Glass Mar que no se olvide de los más golosos con propuestas como su melón con vermut o leche con galletas y que nos convierten en comensales-marineros sin más destino que caer rendidos al buen hacer en cocinas de este cocinero que nos obliga a cuestionarnos si somos todo lo carnívoros que pensábamos que éramos.