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Bru Romero

No siempre el reconocimiento público viene acompañado por una estrella Michelín como galardón culinario. Seguramente más de una vez has pensado por qué determinados restaurantes no tienen la suya o están a punto de recibirla. Una vez más, nos damos cuenta que las estrellas son la guinda de un pastel que en muchos casos sirve para redondear el perfil del restaurante de cara a nuevos e interesados clientes, pastel que ya hemos degustado y del que queremos repetir. Esto mismo le pasa al restaurante Izariya, claro exponente de que se puede hacer cocina kaiseki de altura.

Platos populares y pura autenticidad es lo que nos trae el chef Okazoe. Una exquisitez tras otra, servida como en Japón

Regentado por el cocinero Masahito Okazoe (más tres cocineros japoneses) y descubriéndonos lo mejor de la alta cocina japo, con platos organizados según manda la costumbre y basándose en recetas y técnicas culinarias que despiertan nuestra pasión gastronómica por civilizaciones menos exploradas, el Izariya se ha convertido en un claro referente de lo que significa comer extremadamente bien.

Con dos opciones de menú (mediodía y cena) y un sinfín de combinaciones al gusto del comensal, su tofu de guisantes verdes, aperitivo ocho delicias o surtido de sashimi sirven para preceder  a su excelente besugo al vapor con cerezos en flor, sushi en cuenco con trozos de pescado y verduras, arroz colorido en cazuela de barro o con su magistral dorada con salsa de nabo y pimienta. Sin duda, platos que hacen que te reconcilies con la cocina japonesa, después de haber probado tanto sushi malo. Por cierto, ¡no olvides hincarle el diente a la tempura de pollo!

Si no sabes con qué regar semejante derroche de alimentos, pide cualquiera de los 18 sakes (los mejores de la prefectura de Kochi) con que cuentan en su bodega o date a la birra asiática en forma de Asahi Super Dry, bien fresquita. Planazo, ¿eh?

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