Hay ocasiones en las que un plan gastronómico con amigos se convierte en toda una experiencia. Algunos restaurantes no solo pretenden epatar a su público con una entretenida carta que les haga no decidirse por lo variada y a primera vista interesante, sino que envuelven la velada en un marco que no solo te hace disfrutar la comanda elegida sino que te hace no querer salir de allí hasta que has agotado todas las posibilidades gastronómicas (o el bebercio más desmadrado) puestas a tu alcance. Y este es el caso, sin duda, de Juanita Cruz.

Un local que homenajeando a la primera mujer torera, celebra las cenas más despreocupadas, cosmopolitas y con rollo a club privado

Situado en el recuperado espacio de una antigua estación de metro de Chamartín que ya durante la postguerra civil española hacía las delicias de aquellos flaneurs o individuos cuya profesión era simplemente la de pasear sin rumbo disfrutando de lo que las calles podían aportarles, Juanita Cruz invita al nuevo posible admirador a pasar noches con ella sin horario y en un entorno de lo más señorial firmado por el estudio Foxium arquitectura, dirigido por Álvaro Oliver Bultó.

Y es que quizá sean éstas sus dos características principales. Su diseño interior, de marcado rollo neoyorquino y un horario que solo acepta cenas (pero hasta bien entrada la madrugada) lo convierte por méritos propios en el lugar donde ver y ser visto. Méritos que se refuerzan con una carta asesorada por Roberto Velázquez, en la que nos encontramos con unas anchoas de Guetaria sobre pan de cristal y ralladura de tomate; un spring roll de pato, foie y verduritas salteadas; sushi de atún rojo, algas wakame, aguacate y mayonesa picante; mini burgers de rabo de toro, queso manchego, puré de patatas y su salsa; sándwich de pan chino relleno de costillas de cerdo marinadas a 70 grados o su pizza de mortadela trufada, alcachofa, aceituna negra y huevo de corral, que roban el sentido y nos hacen quedarnos embelesados al son que marcan los acompasados ritmos de un Marqués de Murrieta en paladar.

Veladas que se alargan hasta la copa y resurgen con una sesión Dj en condiciones, tanto que se apuntan sus socios más visibles, Fernando Nicolás, Carlos Saiz y Chiqui Calleja, creadores de Pipa&Co y Marieta. Un local que podría ser una extensión de los anteriores que entra por los ojos, llena el estómago y libera nuestro espíritu más canalla entre ritmos house revisitados y tragos de nuestro segundo (¿o era tercer?) Manhattan. ¿Apetecible, no crees?