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A lo largo de su historia contemporánea, el póquer ha tenido una mala reputación. Esa imagen negativa asociada siempre a problemas sociales como el alcoholismo, la ludopatía o la prostitución es debida, en parte, a las decenas de producciones cinematográficas que así retratan el juego. En otras ocasiones, sin embargo, hay que reconocer que el séptimo arte le ha dado un glamur y una sofisticación que muchos vinculan con los principales casinos del mundo.

Es menos conocida la relación del póquer con otro arte: la pintura. Quien más quien menos tiene en mente algún cuadro donde las personas retratadas están echándose una partida de cartas. Son muchos menos, en cambio, quienes podrían nombrar su título, el autor de la obra o el museo donde está exhibida. En este artículo repasamos la historia del arte a través del popular juego de naipes. Quién sabe: quizás en un futuro se plasmen al óleo las timbas de póquer online.

 

 

El póquer en el arte clásico

Los siglos XV y XVI estuvieron dominados por el Renacimiento, un movimiento cultural que dejó a artistas de la talla de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael o Sandro Botticelli. Entre los renacentistas holandeses, destacan Jan Van Eyck y Lucas van Leyden. Fue precisamente este último quien nos dejó dos obras clave en la pintura poqueril. Ambas tituladas Los jugadores de cartas, retratan dos partidas de una modalidad anterior al póquer moderno en la que también se hacen apuestas.

En el siglo XVII llegaría el Barroco y con él pinturas como Jugadores de cartas de Caravaggio, Los jugadores de cartas de Adriaen Brouwer, El tahúr con el as de diamantes de Georges de La Tour, Escena de juego en una posada de David Teniers el Joven e Interior de taberna con jugadores de cartas de Willem van Herp. Aunque si hay un pintor aficionado a este género fue Theodor Rombouts, destacando especialmente su Jugadores de naipes expuesto hoy en El Prado.

Perros jugando al póquer, un referente del arte kitsch

Es especialmente conocida la serie de pinturas al óleo Perros jugando al póquer del neoyorquino Cassius Marcellus Coolidge. Realizadas entre 1984 y 1910, con ese nombre se conoce al conjunto que conforman dos pinturas individuales y dieciséis otras encargadas por la compañía publicitaria Brown & Bigelow para anunciar una marca de cigarros. Todas ellas retratan perros en actitudes propias de los humanos, pero son solo once las que los muestran durante una partida de cartas.

Estas pinturas se han convertido en una de las obras más influyentes del estilo kitsch, que, aunque a muchos les puede parecer hortera y poco elegante, son muchos otros los que apuestan por él a la hora de decorar sus casas. De hecho, en los hogares de muchos estadounidenses hay colgado uno de estos cuadros con los ya míticos canes antropomórficos. En 2005, dos de ellos fueron vendidos por 504.400 dólares, un récord de precio en la venta del trabajo de Coolidge.

 

 

Los siglos XIX y XX y el póquer

Perros jugando a póquer no es la única obra de la edad contemporánea donde los naipes so protagonistas. Muchos otros géneros artísticos también han abordado el tema. El postimpresionista francés Paul Cézanne sentó un precedente con Los jugadores de cartas, un óleo sobre lienzo del que existen varias versiones expuestas por alrededor del mundo. Poco después, el gran Joaquín Sorolla terminaba su propio Jugadores de cartas, aunque no es una de sus obras más conocidas.

También Picasso se atrevió con los naipes con El jugador de cartas, que puede admirarse hoy en el MoMA de Nueva York. En 1920, el alemán Otto Dix hizo su pequeña aportación con su Jugadores de cartas, un óleo sobre tela enmarcado en el movimiento dadaísta. Mucho más próximo a las obras barrocas es el Jugadores de cartas de Lluís Graner Arrufí, mientras que Los jugadores de cartas del hiperrealista David Hockney le dan un toque de color al género.

 

Los jugadores de cartas de América Latina

El póquer también se encuentra en la historia del arte latinoamericano, siendo su gran exponente Fernando Botero. Como no podía ser de otra manera, las pinturas de partidas de póquer del colombiano están protagonizadas por jugadores con cuerpos voluminosos. Pese a utilizar colores vibrantes, el artista utiliza el humor y la ironía para hacer una crítica de aquello que retrata. Su Jugadores de cartas es además un homenaje a la obra homónima de Cézanne.

Mucho más oscuras y dramáticas son las pinturas de Joaquín Torres-García y Hugo Nantes. Con sus obras, los pintores uruguayos nos transportan a un ambiente más bien sórdido, un efecto en parte conseguido gracias a su técnica y a su particular trazo con el pincel. En cambio, Rafael Barradas, compatriota de Torres-García y Nantes, utilizó témperas de colores vivos para representar los protagonistas sin facciones de su propio Jugadores de cartas.