De pequeños recuerdos pueden llegar a nacer sueños cumplidos, y si no que se lo digan a los propietarios del restaurante Charrúa, que tras probar un sándwich mixto a la parrilla, en una playa de Uruguay, decidieron traerse consigo la idea y levantar Los 33, un bar de tapas que no descuidara esa esencia uruguaya tan primitiva. F: Cortesía de Los 33

Sin buena música y mejores brasas no se entendería un restaurante como Los 33

Un restaurante íntimo y muy personal, donde observamos muchos guiños a esa unión de Charrúa y Sara Aznar, de El Viajero, que nos sigue argumentando una historia de viajes y tradiciones y cuyo nombre hace referencia a los integrantes de la cruzada de liberación de Uruguay en los territorios que, previamente, pertenecían a Brasil. Un negocio que, basando su propuesta en las brasas, recupera esa tendencia casi callejera donde el fuego era la mejor combinación de unas materias primas que potenciaban su sabor y las parrillas el verdadero triunfo de la cocina popular.

Un negocio con tres ambientes (una barra y mesas altas, un espacio diáfano con mesas bajas y otro, más íntimo, frente a la barbacoa) desde donde poder disfrutar de una experiencia gastronómica de primera en familia, entre amigos o con ese rollito al que te apetece dejar sin respiración, pues hay mucho bueno y bien rico.

¿Y qué pedimos? Pues no debes olvidar pedir sus piparras a la brasa, la tortilla de patata y cebolla, las mollejas de ternera, su choripan o el bikini a la parrilla, las croquetas criollas con carne madurada, las entrañas de Angus, la milanesa de cuadril de novillo de Uruguay con boniato, unos puerritos a la brasa con queso roncal y aceite de piñones, para tomar aire, y un steak tartar o un bacalao a la parrilla con salsa de ajos tiernos y patata asada, si te apetece algo de pescado. Sin duda, una elección perfecta y una vuelta asegurada. El combo uruguayo-español, en Los 33, pocas veces ha funcionado mejor.