Obviando a Gloria y sus caprichos meteorológicos, en Barcelona contamos con la eterna suerte –si la crisis climática lo permite– de poder disfrutar de la playa todo el año. La Barceloneta es nuestra playa más accesible y sus bares y restaurantes una buena opción para desconectar de la ciudad. Ahí es donde entra en acción Mamarosa, una de las opciones más eficaces para los amantes de la gastronomía italo-mediterránea con vistas al mar. F: Cortesía de Mamarosa

Mamarosa sirve pizzas, pastas, arroces y pescados que destacan por la excelencia de su materia prima

Abierto durante todo el año, tal y como la Barceloneta merece, Mamarosa sirve pizzas, pastas, arroces y pescados que destacan por la excelencia de su materia prima a los pies del hotel W. Las recetas saben tan bien como suenan, desde ostras o la mítica burrata de Puglia con tomatitos y tapenade, pasando por los pappardelle con speck y funghi porcini; el pulpo braseado con parmentier; el arroz ‘nero’ de sepia con almejas, gambas y alcachofa crujiente; o la suculenta tagliatta de ternera. Esto sin mencionar sus pizzas que, como bien requiere el ADN italiano, basculan entre las rosse –con salsa de tomate– y las bianche –sin la salsa–.

Una visita al Mamarosa sin probar uno de sus postres es una experiencia a medias. Son tantos y tan sabrosos que cuesta decidirse. Desde Good2b recomendamos, además de la pizza de Nutella y el tiramisú –clásicos que nunca fallan–, el cheesecake de chocolate. Los artífices de tal surtido son el chef Davide, que trabaja toda la carta con la ayuda del pizzaiolo Hadam.

La experiencia Mamarosa llega a su plenitud si le sumamos su surtida selección de cócteles, que se sirven con una sonrisa y mucho groove. Es ahí donde César hace alarde de su técnica, mientras despacha exquisiteces como el Pisco Punch, el Aperol Soul, el Chilcano o sus versiones libres de las recetas clásicas.

Mamarosa ocupa un espacio muy versátil. Una gran terraza nos da acceso directo a la playa de Sant Sebastià, mientras un amplio salón interior da paso a una serie de mesas con un aire más íntimo. La amplitud del restaurante y su infinidad de recovecos permiten que una comida o cena se adapte siempre a tus necesidades, sean cuales sean. El precio medio es de 40€, aunque cada mediodía cuentan con un menú de 19€.