Aunque el otoño ya esté campando a sus anchas desde el cemento a la hojarasca, aún le podemos robar algunos días calurosos (o al menos más cálidos) en los que planes de interior pueden trasladarse al exterior en menos que pedimos una nueva cerveza. Buen momento para decidirnos por una de las terrazas más elegantes de Madrid, otro place to be que nos metemos en la saca porque nunca está de más darse un capricho. ¿Dónde? En Oroya. Vas a flipar. F: Cortesía de Oroya

España y Perú se encuentran en The Madrid Edition para dar nombre a un Oroya que sabe a conexión cultural y gastronómica

Situado en lo alto de The Madrid Edition y sin querer pertenecer al grupo de los restaurantes de hotel sin más, Oroya es un verdadero vergel para disfrutar cualquier fecha del año. Un auténtico oasis donde las penas pueden quedarse fuera y los pisco entran en acción según nos sentamos a la mesa. Un restaurante peruano, con el chef Diego Muñoz al frente, donde dejarnos engatusar por una cocina de autor, detallista y donde los sabores y texturas, de un Perú que sigue estando de moda, enamoran a los paladares más exquisitos.

Plantas, alabastro y mucho mimbre para un espacio totalmente atemporal y con la luz justa para que todo el foco se lo lleven unos platos cuya disposición, colorido y mejor olor nos obligan a no querer estar atentxs de otra cosa. Una gastronomía que, gracias a Muñoz, vuelve a hacer hincapié en las raíces moriscas, africanas, orientales e incluso italianas de un Perú que en boca nos sabe de lo más rico y de lo más intenso.

¿Qué debemos pedir? Si eres amante de las ostras, el consejo es que comiences con un buen pisco y unas ostras con chalaca encurtida y uva de mar. Si quieres saltarte este paso, comienza con un ceviche de corvina, una coliflor en escabeche con cebollitas, unos calamares fritos con emulsión de lima y pescado, un bao de panceta laqueada y unas papas arrugadas con huancaína y café. ¿Seguimos? No dudes en pedirte su muslo de pollo con anticuchera nikkei, el entreôte madurado a la parrilla, el arroz vegetariano con alcachofas confitadas y shimeji o unas almejas y alitas de pollo con jugo de pollo picante y pan frito con las que te marcaras un mar y corral de esos que redefinen cualquier tipo de regla culinaria.

Como sabemos que siempre andas dejando hueco para el postre, pide la lúcuma cubierta de chocolate y pistacho con mora, vainilla y romero y una cachanga con fruta de la pasión y cremoso de chocolate. Luego, otro pisco, porque habrá que hacer una buena digestión, ¿no?