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Ariana Díaz Celma

Manteles bordados, cubertería distinguida, cortinas de antaño y uniformes a medida que bien podrían salir de una película de Wes Anderson. El set up que envuelve el nuevo Oysters Menorca en Barcelona es meticuloso y mágico a la vez, pero lo mejor de todo es que su propuesta gastronómica está a la altura de dicho envoltorio. Sencillo y sofisticado, Oysters Menorca se ha instaurado en el Sant Gervasi más transitable la esencia relajada de su ciudad de nacimiento, que aquí mezcla con un estilo urbano, elegante y con un toque afrancesado, a través de un precioso salón y de una coqueta terraza exterior.

Tres apasionados del mar y la gastronomía que han traído desde Menorca no solo producto de primera, sino una manera de vivirlo

Así pues, Oysters Menorca ha desembarcado en Barcelona con todo el power de su trío fundador: Tobias Kruijssen, Benito Escat y Pol Castells. Tres apasionados del mar y la gastronomía que han traído consigo no solo producto de primera, sino una manera de vivirlo. Este nuevo espacio, más que un restaurante, es una declaración de amor al mar, donde las ostras, el marisco y el caviar no son lujo, sino cultura compartida.

El local se articula alrededor de una barra de seis metros coronada por cuatro esculturas de ostras en mármol. Una oda fría y brillante al producto fresco, que aquí se expone como si fueran joyas en un escaparate. Detrás de tan meticuloso interiorismo está Quintana Partners, que ha conseguido un equilibrio entre la calma isleña de Menorca y la sofisticación urbana que se respira en Barcelona con toques que a menudo podrían trasladarnos a París. Aquellos que se enamoren del refinado menaje que ocupa cada mesa están de enhorabuena, ya que se puede comprar en House of Quintana, el spin off deco de los artífices del diseño del local.

En carta, mariscos en plural y ostras de todas partes: del Mediterráneo, del Atlántico, del Cantábrico, del Mar del Norte y del Báltico

En carta, mariscos en plural y ostras de todas partes: del Mediterráneo, del Atlántico, del Cantábrico, del Mar del Norte y del Báltico. El viaje no es solo geográfico. Aquí uno puede arrancar con una ostra al natural, seguir con un brioche de langosta o salmón, y acabar con su ya célebre pasta con caviar Benoît —sí, esa que ya empieza a tener club de fans.

Como embajadores oficiales de Ruinart, la maison de champagne acompaña la experiencia con algunas de sus mejores añadas. Y por si fuera poco, también cuentan con una carta de cócteles clásicos versionados con ese twist que eleva sin distraer. Pensados, además, para seguir el hilo marino: frescos, elegantes, sin saturar. ¿Y de postre? Mousse au chocolat o cheesecake con queso de Menorca. Hay pocas opciones, pero bien afinadas: dulces de remate que cierran el recorrido con lógica y sabor.

Y como buena casa de mariscos en Barcelona, también tienen terraza. Espaciosa, bien cuidada, pensada para tardes largas o noches que se alargan. Un sitio donde el producto habla y el servicio acompaña.


Comer o cenar en Oysters Menorca te costará a partir de 70€, siempre dependiendo del nivel de champagne, caviar y ostras que acompañe la comida en este lugar al que, una vez entras, solo piensas en quedarte a vivir.

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