Palomo Spain recurre a la plástica escénica dadaísta en su nueva aventura neoyorkina
Corría 1916 cuando los Ballets Russes llegaron a Madrid huyendo de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Durante aquella primavera, la compañía de Serguéi Diáguilev representaron obras como El pájaro de fuego y Petrouchka, ambas de Igor Stravinsky, embaucando por competo al público madrileño, ávido de vanguardias, así como de diferentes lenguajes y alteridades.
Despliegue de rebeldía, búsqueda de nuevas masculinidades y encantos patrimoniales
En aquel tiempo, los Ballets Russes recorrerían Europa e impulsarían un ensamblaje con los pintores dadaístas de la época como Picasso, Giorgio de Chirico, Duchamp, Picabia, Mina Loy o Jean Crotti; llegando a incluir algunas de sus obras en sus decorados. Rechazaban el canon establecido y rompían con la norma, como Alejandro Palomo y su equipo han hecho una ocasión más en la presentación de la colección de otoño/invierno ’19 1916 en la presente edición de la NYFW.
A lo largo de los siete años de actividad dal cordobés las pasarelas de Madrid, Moscú, París y Nueva York han servido de plataforma a lo largo de los siete años de actividad del Palomo para el despliegue de sus arriesgadas narrativas. Durante la jornada de ayer en los Pier59 Studios, el diseñador conmemoró la que fuera su cumbre tres años atrás en el panorama de la moda internacional a través de 1916, tomando como referencia e hipótesis de investigación a la compañía del ruso Diáguilev.
La apuesta masculina del cordobés toma la sastrería masculina como foco principal. De modo que en el desfile pudimos ver pantalones, trajes, chaquetas, abrigos de corte masculino, combinados con monos, tops o faldas, aportando una interesante hibridación de género, que sirve de inspiración a un chico moderno y urbano.
Las prendas -de tonalidades grises, verde esmeralda, o blancos y negros fundidos en rojos intensos- se presentan con materiales como las rejillas de encaje, terciopelo, lanas, cachemires, y terciopelos de algodón, con acabados en plumas de gallo y muaré, así como nuevos materiales como el nylon -de blanco impoluto- presente en prendas deportivas de la colección aportando a la misma un toque innovador. Resultaron interesantes los prints presentes en múltiples propuestas, como es el caso del primer print diseñado por la firma, que deconstruye el clásico lunar “polka dot» con ciertas referencias al Pop Art.
Accesorios como guantes o bolsos fabricados en Ubrique -entre los que destacó la ‘tote bag’- o sombreros, manufacturados en Sevilla por Reyes Hellín, inspirados en la Guardia Real, cuentan con elevada presencia en la colección. Resulta inreresante, asimismo, la combinación en algunos de los conjuntos de interesantes piezas de lencería que el cordobés ha diseñado en colaboración con la firma de lencería Andrés Sardá.
Ayer pudimos disfrutar de esta versión renovada de la firma española, que continúa manteniendo muy presente su identidad y el influjo de la España profunda, ensalzándola en arenas extranjeras priorizando la rebeldía, la búsqueda de nuevas masculinidades y los encantos patrimoniales, a la conquista de aguas internacionales como la NYFW.