Apostamos una cena a que Víctor García ya había adivinado su porvenir cuando comía callos en el Bar Plata de Teruel circa 1989, ‘garito’ regentado por su abuela, obviamente una virtuosa de los fogones. Mientras saboreaba estas tripas de vaca de la casquería de confianza con la receta infalible de la yaya, probablemente ya intuía que, de mayor, lo suyo sería la cocina y hacer sonreír a clientes ganando los favores de paladares sibaritas, que no remilgados. 40 años después de tal escena, Víctor abre el Plata Bistró, una versión actualizada del mítico local aragonés. Con la técnica y el producto como protagonistas imbatibles del lugar, el joven chef firma una propuesta de auténtica cocina de mercado que se define como un compendio de platos y platillos de temporada y para compartir, inspirados en la cocina clásica, aunque renovada. Siempre con matices, pues recetas como los callos o el fricandó deben ser canónicos, tocar un ápice su receta original sería un pecado casi capital. Sus platos, pues, rebajan las grasas de las originales y cuentan siempre con un segundo sabor, un crujiente o cualquier otro detalle que no existe en la receta original.

El jven chef Víctor García firma una propuesta de auténtica cocina de mercado que se define como un compendio de platos y platillos de temporada y para compartir

Víctor García, pero, no es nuevo en esto de la gastronomía. Se formó en la escuela de cocina de Huesca y de ahí se fue a probar suerte a los refinados fogones del Arzak de Donosti, para pasar a posteriori una temporada en Barcelona (el cátering de elBulli, Bar Velódromo, Grupo Tragaluz) y aterrizar otra más en suelo suizo (Hotel Palace de Lausanne y del Au Chat Noir), de donde proviene su influencia francesa, para volver más tarde a la Ciudad Condal, donde hace apenas seis meses que regenta el que muchos ya consideran uno de los mejores descubrimientos de 2017. Y todo en un ambiente familiar, puesto que su hermano Mario es el encargado de poner orden y personalidad a la sala. Y una vez ya situados vayamos a por lo mejor, la carta, que además cambia a diario y que Víctor decide cada mañana y apunta en una pizarra que preside el pequeño local, un espacio que -por cierto- decidió quedarse tras enamorarse su enorme barra.

Así pues, aunque los platos de la carta son 100% variables, puede que en una visita random al Plata Bistró puedas probar el delicado pichón con acelgas y foie gras, una sabrosa presa ibérica con pera caramelizada y cebolla o un increíble pollo al chilindrón, así como las clásicas migas o los callos, ya casi imprescindibles del lugar. Todo bajo una ecuación muy sencilla: una ejecución brillante y un máximo de tres productos por receta. Y por un tiquet medio de 25/30€, muy bien invertidos si tenemos en cuenta que nos encontramos ante excelente materia prima y un tratamiento genial de la misma.

En una visita random al Plata Bistró puedes probar el delicado pichón con acelgas y foie gras, una sabrosa presa ibérica con pera caramelizada y cebolla o un increíble pollo al chilindrón

Si con esto no te habíamos convencido, debes saber que cada día puedes probar desayunos de cuchara en el Plata Bistró, así como bocadillos de embutido ibérico recién cortado, para empezar el día con buen pie. Además, los domingos, tras el vermut, Víctor cocina piezas enteras a persiana bajada para un máximo de 10 comensales, lo más parecido a un banquete que podemos encontrar en kilómetros a la redonda y fuera del propio hogar. Sólo funciona bajo reserva y cuesta alrededor de 40€, dependiendo de la carne o pescado que se cocine, bebidas aparte. Para más inri, cada día entre semana hay un menú de 12,50€, en el que se puede escoger un primero que varía entre un plato de cuchara o ensalada, un segundo a base de carne o pescado, y un postre a base fruta o lácteos). No está de más saber que también ofrecen un menú degustación, perfecto para los insaciable e indecisos.