Poca presentación necesita a estas alturas el Sandor, una de las coctelerías más míticas de la Ciudad Condal, un meeting point por excelencia de aires posh, que tanto sirve martinis a mediodía como gintónics cuando cae la noche. Hasta aquí, poco os hemos descubierto. Lo que quizás sorprenda un poco más es el hecho de que también sirven una carta para acompañar los combinados, que se ha visto reforzada desde que han lanzado el hashtag #elnuevosandor, toda una declaración de intenciones que pretende dar una segunda vida al lugar.

La elegancia clásica de la burguesía catalana sigue flotando en el lugar, aunque ahora con un aire algo más actual y una carta a cargo del chef Edu Puig

Mucho ha llovido desde que Sandor subiera por primera vez su persiana en 1944. La elegancia clásica de la burguesía catalana sigue flotando en el lugar, aunque ahora con un aire algo más actual. A los ya habituales cócteles, se le suma ahora la carta del chef Edu Puig y eso es motivo suficiente para dedicarle unas líneas a tan mítico local -y terraza-. A partir de ya, Sandor sirve tapas en la zona de la barra, que encontrarás solo entrar, y una propuesta más elaborada en su restaurante, que se encuentra en el interior. Ya no es nada descabellado tomarte un negroni y después comer unas láminas frescas de calabacín con tomate de temporada, queso fresco y aceite de albahaca. Otras opciones que encontrarás en la nueva carta del Sandor son el carré de cordero con puré de turrón de crema, el lomo de bacalao cocinado a baja temperatura, las vieiras vuelta y vuelta con butifarra blanca y negra o los medallones de magret de pato con naranja amarga y chalotas al oporto. El precio medio de la carta es de 35/40 euros, dependiendo del vino -o los cócteles- con los que quieras regar el menú.

Junto a las novedades gastronómicas vienen las decorativas. Aunque bien es cierto que el Sandor ha podido perder aquel encanto añejo que lo vio nacer hacer 40 años, está claro que el tema es renovarse o morir. Y eso es lo que ha hecho tan mítico local, hacer un lavado de cara para atraer a nuevas generaciones, sin tener la intención de perder la clientela de toda la vida