La elección de un nombre es algo que no debe tomarse a la ligera y en gastronomía mucho menos. De él pueden llegar a depender el buen comienzo o arranque del negocio, las reservas siguientes y el éxito o pérdida del interés o favor del público con los años. Algo que sin duda no ocurre con Seducción a la carta, un local que apunta maneras desde el nombre con el que se presenta. ¿Estarías dispuesto a dejarte seducir?

Situado a escasos metros de la Castellana y despistando al curioso menos sibarita, Seducción a la carta da la bienvenida al comensal de manera absolutamente atípica. Un comedor abierto nada más entrar al local y una zona de coctelería escondida pasada la zona de comidas, nos informan de que aquí nos pueden llegar a sorprender… y mucho.

Interesante ver como el chef Eloy Monzón da la vuelta al recetario de toda la vida para deleitar al comensal con más ganas de que le sorprendan

Un restaurante de ambiente industrial chic en el que sus creadores, el sumiller Buenaventura García y el maître Ángel Sánchez, ponen lo mejor de sus trayectorias al servicio del cliente para ofrecer una cocina marcada por dos generaciones y donde la tradición se pone al servicio del virtuosismo más moderno.

Platos como su seducción de huevos con carabineros al aceite de trufa, su brandada de bacalao, el saquito de morcilla, los pimientos de piquillo ligados en su jugo a la bilbaína, su espectacular risotto de hongos y trufa, el ceviche de corvina, la perdiz roja escabechada o sus callos del chef, que invitan a mojar pan hasta acabar con las existencias, nos demuestran cómo se entienden los básicos de la cocina de toda la vida pero tocados con ese twist que tanto mola.

Comidas distendidas que se alargan en sobremesas muy dinámicas, en las que los cócteles de Fernando, el barman, se dispensan con la misma alegría que se beben los cafés en el desayuno y que, sin duda, ponen un interesante broche a este restaurante que no deja indiferente y cuya seducción es lenta y hasta el tuétano.