A nadie nos gusta perder el tiempo. Seguramente seas de esas personas que cuando planea comer o cenar fuera, cuida hasta el más mínimo detalle y es que en cuestión de disfrutar con amigos, familia o tu último rollete no vale todo. Ya te has dado cuenta que lo bonito, a veces, sale caro pero si te decimos que en Sinsombrero no solo quedarás prendado de su estética sino que además comerás como pocas veces has hecho, pues solo te queda que reserves o te dejes caer por allí y disfrutes en primera persona.

Situado en el inicio del Paseo de la Castellana y respetando esa tendencia de apostarse las fichas al producto de temporada más auténtico, Sinsombrero propone una de las mejores gastronómicas actuales de la capital. Asesorado por el chef del restaurante El Triciclo Javier Goya, el local dispone con la más franca sencillez un tributo a la creatividad en platos bien ejecutados por Pedro Gallego.

El chef Javier Goya asesora este Sinsombrero bien ejecutado a los platos por el cocinero Pedro Gallego que se apunta el tanto y el favor de una clientela entregada a su causa

Un restaurante que no olvida la importancia de una imponente barra semicircular que recibe al cliente y le ofrece pistas sobre lo que se va a encontrar. Un lugar desde donde despachar los buenos cócteles que podrán acompañar a una variada comanda en la que no podemos por más que pedirnos sus ostras Maremes Oleroi N2 Special Sorlut, ensaladilla rusa con bonito marinado y encurtidos, rabas con mahonesa de lima, tomate ecológico, pimiento asado, anchoas y el mejor aceite de oliva virgen extra, ceviche mediterráneo con emulsión de oliva gordal y tomates secos, lasaña abierta de ajoarriero de marisco y bacalao cremoso, albóndiga de buey con sepia fresca y su tinta, lomo de bonito del norte poco hecho con vainas y fondo de ají amarillo, paletilla de conejo con nuestro mojo verde canario, hamburguesa de buey gallego a la brasa con queso de tetilla y chalotas glaseadas, tomahawk o una tarta de queso cremosa con helado de frutos rojos que pone los ojos en blanco.

Sin duda, uno de los hotspots a conquistar en tu próxima salida, coordenadas perfectas para comer con cabeza, paladear una gastronomía (y coctelería) diferente y, al terminar, quitarnos el sombrero porque no nos queda otra. ¡Bravo!