Sónar 2015, ¿el mejor de la historia?
Es jueves 18 de junio de 2015. El calor inunda la Ciudad Condal desde bien temprano. Las calles de repente están más repletas de guiris si cabe. En realidad, no caben, pero ahí están. Huele a verano, pero todavía no está inaugurado oficialmente. Las pulsaciones se aceleran extrañamente. Algo pasa. Ha empezado el Sónar 2015. Las paredes retumban. El asfalto arde. Ante nosotros tres días de música -avanzada-, tecnología, diseño, descontrol, anonadamiento, quimeras, vicios, descubrimientos y volumen de sonido de otra galaxia. El futuro ya está aquí.
¿Qué ha sucedido para tener el alma melómana más ancha del mundo? Amigo, es hora de volver a la tierra y recapitular. Te has ido de viaje al futuro. Tres días en el Sónar 2015 que han pasado con un suspiro
Domigo 19 de junio, casi lunes. Te despiertas aletargado, desconcertado, cansado. Pero, por increíble que parezca, la bajona se ve eclipsada por momentos, gracias a una extraña sensación de euforia. ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho? ¿Qué demonios ha sucedido para tener hoy el alma melómana más ensanchada del mundo? Amigo, es hora de volver a la tierra y recapitular. Te has ido de viaje al futuro. Has estado tres intensos días en el Sónar 2015 que han pasado con un suspiro. Tus cerebro está a punto de explotar por culpa de tanta información acumulada, tantas experiencias vividas del más allá, tantos decibelios soportados, y algún que otro surtido cuétara que felizmente te merendaste para soportar vivir en ese otro mundo. El mundo Sónar.
“El nuevo relato del Sónar se está convirtiendo en una satisfactoria realidad”
Tras resucitar al cuarto día y volver a la cruda realidad -al pasado-, hemos concluído que esta edición del Sónar 2015, de advanced music y otros menesteres, es posiblemente una de las mejores, más completas y más bestias, que se han sacado de la manga. No sólo lo avala los aproximadamente 120.000 asistentes, rñecord histórico. Sino que, tras 22 ediciones trabajando en ello, han acabado generando un planeta nuevo al que viajar una vez al año. Un mundo paralelo donde dar rienda suelta no sólo al hedonismo y la melomanía, sino también al concepto open mind en todas sus versiones. Una experiencia completa en el Sónar requiere abrirse en canal para recibir inputs de lo que vendrá y será. Una selectividad a la que nos presentamos con los ojos cerrados y sin rechistar todos los años, pero que esta edición en concreto nos ha dejado en modo pelopuntismo hasta nuevo aviso. Ya lo dijo Ricard Robles -uno de los directores del festival-: “El nuevo relato del Sónar se está convirtiendo en una satisfactoria realidad”. Bravo. Gracias. Mierda. Falta un año entero para el regreso al futuro. El consuelo, mientras tanto, es recapitular. Hacer un ejercicio de memoria, discernir entre el bien y el mal, lo mejor y lo peor, y rememorar visualmente parte de lo sucedido. Por desgracia, todavía no han logrado inventar la teletransportación, ni han descubierto el don de la ubicuidad, ni nada por el estilo, que nos permita estar en dos lugares a la vez.
- Viajar al futuro implica en ocasiones tener que recuperar el pasado. Así dábamos el pistoletazo de salida en Good2b, sufriendo en la cola de acreditaciones pensando si llegaríamos a Kindness. Uno de nuestros pilares que significaba un arranque de lujo, a lo que acabaría conviertiéndose en una jornada épica. Adam Bainbridge, acompañado de su maravilloso séquito de músicos y coristas, nos hipnotizó una vez más con sus bailes, su voz, sus melodías sensualmente ochenteras, y su charm. Además, aplaudimos que sea de los pocos artistas que se lanza, no una, sino varias veces, a bailar e inmiscuirse entre el público. Nos dejó la sonrisa puesta toda la jornada, aunque nos morimos de envidia de no haber sido de los elegidos para subir al escenario a demostrar nuestras grandes dotes danzatorias.
- Después nos adentarmos en el escenario Lynchiano aka SónarHall para asistir a una brutalísima guerra a la que deberíamos sobrevivir heroicamente. Llegó el momento de Arca & Jesse Kanda. Un espectáculo visual y sonoro desgarrador. Una experiencia sensorial que nos removió las entrañas con golpes maestros. No había terminado el bolo y ya se hablaba de su entrada directa al Top10 de esta edición. Nosotros estamos más que de acuerdo.
- Si nos pensábamos que estaba todo inventado. Que ya nada, ni nadie nos podría sorprender. Llegan Autreche y nos revientan las ideas. Nos sacaron el cerebro con sus arritmias y desplantes sonoros, nos lo machacaron y moldearon a su antojo, y lo volvieron a colocar en su sitio como si no pasara nada. Lo mejor es que con el cerebro también se llevaron nuestros ojos. Los beligerantes Rob Brown y Sean Booth apostaron por la ausencia total de luz durante todo el bolo, sumiéndonos a todos los asistentes en un túnel sin fin. Una experiencia entre caótica, mágica, y mística. Se llevó la palma de oro. Concierto ÉPICO.
- La jornada del jueves culminó con la primera de dos actuaciones que darían los míticos Hot Chip en el festival. Presentaban nuevos temas ante un público entregadísimo a la causa. Demostraron entre novedades y clásicos, porqué eran uno de los cabezas de cartel. Y desde luego no defraudaron con su directo analógico. Destacamos a su batería, una máquina en el escenario. Desaprobamos ese extraño look de Alexis Taylor, entre Rei Kawakubo de Commes des Garçons, el del anuncio de espárragos La Carretilla y els diables del seguici popular de Tarragona. Nos fuimos a casa contentos pero no dormimos del todo bien soñando con él.
- Viernes que te quiero viernes. La jornada diurna destacó en sus primeras horas con una maravillosa, cojonuda, increíble y súper auténtica Kate Tempest. Su momento a capela interpretando los versos de su poema The Truth nos dejó noqueados. La amamos. Su voz semi-rasgada y su prosa te cautivan sin piedad.
- La tarde seguía al descubierto en un Sónar Village iluminado por la sesión de Arthur Baker. A pesar de tener algún problemilla con el sonido -y de soportar un plano zenital con el que todo el público podía ver sus idead durante el set-, nos dejó claro el porqué lo petó en los ’80 produciendo hits bombásticos para gente como Afrika Bambaataa. Un set duro pero que a la vez entraba como una cerveza fría a pleno sol de la tarde. El tipo, además, es un grande entre los grandes. Pudimos verle en el Sónar de Noche dándolo todo entre la multitud.
- La tarde seguía a cubierto con el alucinante directo de Kiasmos, el dúo formado por Ólafur Arnalds y Janus Rasmussen, que con un solo Lp homónimo dejan entrever que en breve vamos a tener segunda parte de un proyecto ya favorito en la casa Good2b. El live de los islandeses sitúa su disco en una mera anécdota. No sabemos si por su energía, los visuales o cómo consiguieron hacer vibrar al público. Viva el minimalismo electrónico si siempre tiene que se así.
- Y para cerrar el día, qué mejor opción que con el que posiblemente sea el digger y selector más en forma del disco en la actualidad. Hablamos de mr. Floating Points. Neurocientífico, músico, digger, Dj, coleccionista y dueño de uno de los sellos con más clase del momento, Eglo Recordings, Floating Points se subió al escenario para repasar en moco menos de una hora y media su background musical con una clase y maestría insuperable. Soul, bossanova, disco, funk y house en una sesión para enmarcar y que, sin duda, se convirtió en una de las mejores del festival. Empezó con clásicos de la disco music y otros irreconocibles para dar paso a ritmos tribales africanos (todo ello con vinilos de 7 pulgadas) hasta que lanzó un par de bombas de ‘classic house’ que acabaron de tumbar al personal. Tras pinchar su track ‘Nuites Sonores’, edit de Marvin Gaye y para casa. Todos con una sonrisa de oreja a oreja y con la sensación de haber bailado como hacía años no hacíamos.
- Llegamos al Sónar de noche para ver un par de temas de ASAP Rocky y ver su maestría gangsta por un escenario a medio gas, que no falto de energía. Sonido a la altura y actitud para uno de los cabezas de cartel más cotizados del festival.
- Die Antwoord nos dio dos tazas de «más de lo mismo». Ninja y Yolandi no son muy de innvovar a la hora de hacer lives, pero su show de hip hop raver es tan brutal que no nos importa que el 80% del espectáculo fuera clavado al que dieron hace tres años en el festival. Adrenalina, visuales pasados de vueltas y actitud con hits a gogó.
- Más de uno ha rajado del show de Jamie XX en el Sónar diciendo que no estaba a la altura de las circunstancias. La verdad, en Good2b aún no entendemos el porqué. El habitual buen gusto del británico y su estatus de ‘pues si quiero me tomo una licencia’ le llevaron a pinchar a las cuatro de la madrugada hitazos de disco poco comercial como el ‘Could Heaven Ever Be Like This’ de Idris Muhammad junto a clásicos suyos. Muy a favor. ¿Cuándo repetimos?
- El sábado la primera actuación que oímos fue la de Psychic Mirrors. La gran fábrica de talento en la que se ha convertido el sello People’s Potential Unlimited hace que tengan un ojo clínico para captar a genios, y la banda de Miami lo corroboró. Dub, ritmos reggae, boggie, espíritu funk y mucho mucho groove en la hora de directo que vimos. La voz en falsete de Mickey De Grand IV sonó de maravilla y el directo, sobrio y sedoso, fue un win-win para todos, con el temazo Charlene de cierre.
- Tras ellos fuimos al Village a ver el despliegue de energía de Gramatik, que aún y haciendo un show muy disperso y anárquico consiguieron revolucionar a la chavalería con covers épicos de clásicos del disco y del electro-house y se metieron en el bolsillo al público, sobre todo gracias a las virguerías del teclista, que se lució y acaparó toda la atención del show.
- Quien no supo dar en la tecla fue Swindle, enlazando (por llamarle de algún modo) hits de drum&bass y del jungle más comercial con otros himnos del mainstream (como Jump Around de House Of Pain) en una sesión que no pasará a la historia.
- Quienes sí consiguieron encender al público fueron Bomba Estéreo. Quizá una hora entera del mismo ritmo electro-cumbia se hizo cansino, pero no podemos negar que el grupo colombiano tiene flow y supieron hacer bailar en un momento en el que la gente necesitaba eso: mover el cuerpo a ritmo de ‘Mueve Tu Cuerpo’, el hit que cómo no, sonó en su show y que sirvió de precedente a Henrik Schwarz. El alemán sabe muy bien lo que hace y cómo lo hace: live súper sencillo compuesto por un ordenador y una controladora, se dedicó a lanzar la mayoría de las bombas de techno-house que le han hecho ocupar un puesto en el olympo de los Dj’s de Ibiza abusando, eso sí, del efecto delay. Alguien debería decirle que cortar el sonido cada compás de 16 para crear un subidón ficticio a base de ‘delay/echo’ acaba cansando, pero vaya, sus himnos son eso, himnos rotundos y con un gran sonido que acaba siendo ideal para cerrar un festival de día, y Sónar no fue una excepción. Sonaron Walk Music, Kuar y el remix del track Equinox, con lo que pudimos tararear sus canciones brazos en alto mientras ya pensábamos en cómo iríamos al último asalto: el Sónar by night.
- Ya abatidos, nos metimos en el bus que nos dejó en el Sónar de Noche. Los restos de Good2b se esparcieron por un recinto que, aunque a priori no prometían mucho, terminaron siendo una jornada para el recuerdo. Especial mención a Special Request, que nos trajeron la energía ravera de los ’90 a Gran Vía 2. Les seguiremos de cerca porque resucitaron al equipo Good2b de entre los muertos.
- Aunque si alguien se elevó hasta lo más alto y nos dejó extasiados fue ELLA. FKA Twigs. Llegó, lo dio todo, y no defraudó. Esos movimientos, ese cuerpo fibrado, esa puesta en escena y vestuario que nos trasladaba de golpe y porrazo a los ’90, y sobre todo, y ante todo, esa voz que ejecutaba las melodías con una perfección de otro mundo. Mención especial a ESE agudo. Escucharlo en vivo y en directo, tan impoluto e infalible, te deja en una especie de post-orgasmo infinito.
- Turno de Chemical Brothers. Depliegue absoluto de medios en el concierto más multitudinario de la historia del Sónar. Hey, boy! Hey, girl! Empezar con este hit es toda una declaración de intenciones, pero no bajar el nivel en ningún momento del bolo, ha dejado patente por qué son los puñeteros amos y por qué siguen siendo un referente inaplacable.
- Siriusmodeselektor volvieron a dar en el clavo. El explosivo tándem formado por Gernot Bronset y Sebastian Szary aka Modeselektor se han sumado este verano a su amigo y compañero de sello Siriusms con un resultado que no podemos más que aplaudir. Una batalla de bombas en formato track a la que sumaron sus dotes de MC, animando al público a perder, si eso era posible, más la cabeza con ellos.
- Es imposible terminar una crónica de este Sónar sin hacer una pequeña mención a Laurent Garnier, que intercambió toda la sesión miradas de complicidad con su hijo que estaba tras el escenario. Probablemente le estuviera dando una lección magistral de historia de la música, puesto que no dejó en el tintero temazos como el ‘I Feel Love’ de Donna Summer, ‘My Love’ de Franckie Knuckles o la mitiquísima ‘Knight of the Jaguar’ de Dj Rolando, un golpe efectista que poco nos importó a los presentes. Long life al maestro francés.