No hay que ser muy astuto para conocer la destreza de Estanislao Carenzo al frente de aventuras gastronómicas con reminiscencias claras del Sudeste Asiático. Este biólogo reconvertido en chef -archiconocido en la capital por sus locales Sudestada, Chifa, Picsa y Pedro Bar-, tuvo un flechazo con la cocina tailandesa y vietnamita tras un viaje a través de los sabores de dos de los países asiáticos clave en cuestión de recetas suculentas, aunque sin complicaciones y con una clara influencia del street food. Y aunque nadie dudaba de su destreza en dicha materia, hasta hace poco tenía una asignatura pendiente, la de servir recetas de taberna a un público relajado aunque con el paladar exigente. Así es cómo nació TÊT, la versión diurna del restaurante Elephant, Crocodile and Monkey, situado en la parte izquierda de Casa Bonay, el hotel del que todo el mundo habla en Barcelona.

Estanislao Carenzo es el encargado de dar sabor a TÊT, la taberna vietnamita que ocupa cada mediodía el espacio del Elephant, Crocodile and Monkey

Cada mediodía, TÊT se instala en los bajos de Casa Bonay en forma de taberna vietnamita, en lo que supone otro hit instantáneo de un barrio que no para de darnos gratas sorpresas. Sus especialidades basculan entre las sopas y la brasa de encina. Por un lado, entre los primeros, nada como el Pho, el supercaldo de la casa -que también podrás pedir en una taza aparte-, con vaca madurada en dos cocciones, fideos de arroz y hierbas frescas. Por el otro, la brasa, que siempre se sirve con encurtidos caseros y arroz jazmín o patatas indochinas, y que va del pollo de corral a la lubina, pasando por la brocheta de cerdo duroc o la butifarra. El preludio perfecto a los pesos pesados de la carta son los nem rán -rollitos vietnamitas, rellenos de cerdo y langostino, servido con hierbas aromáticas-, el boniato en dos cocciones o los dumpligs al vapor con salsa negra, puerro fresco y aceite de chiles. Si llegados a este punto crees que estás a punto de explosionar, pide su piña pero, si de lo contrario, el cuerpo te pide más marcha, atrévete con su bombástica copa de tres chocolates. No te arrepentirás.

Comer en el TÊT te costará entre 15€ y 20€, acompañando tu menú de una limonada casera que le va de perlas a una carta que te transportará al sudeste asiático. Su decoración, más occidental, es sobria pero confortable y neutra, aunque rebosa sobrada personalidad.