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Raquel Bueno

La realidad que envuelve la industria de la moda es, en la gran mayoría de ocasiones, una realidad desagradable. Y es que tras ese imaginario de ensueño sobre el que se sustenta el capitalismo contemporáneo se esconde una enorme cortina de humo y, detrás de ella, habitan grandes problemas sistémicos como la superexplotación laboral y los trabajos forzados en países como China, India, Vietnam, Tailandia, Argentina, Brasil o Corea del Norte (aunque no nos despistemos, los talleres de explotación europeos también existen). F: Trabajadoras de Corea del Norte trabajan en una fábrica textil de una compañía surcoreana (2013). Imagen de Kim Hong-Ji

Más de 40 millones de personas se encuentran actualmente en un estado de esclavitud moderna alrededor del mundo. Aproximadamente un 71 por ciento son mujeres

No cabe duda de que las conversaciones sobre el impacto de la moda en el medio ambiente y la contribución de la industria textil al estado de crisis climática en que vivimos son cada vez más frecuentes. Sin embargo, ninguna de estas luchas tiene sentido mientras la ética laboral y los derechos humanos de millones de personas sigan siendo violados a diario por conglomerados millonarios sin escrúpulos como nuestro orgullo español, Inditex

Según el Global Slavery Index, más de 40 millones de personas se encuentran actualmente en un estado de esclavitud moderna alrededor del mundo, de las cuales aproximadamente un 71 por ciento son mujeres. Ahora, Freedom Fund –una institución que trabaja para movilizar el conocimiento, el capital y la voluntad para acabar con la esclavitud– se ha propuesto plantarle cara a este grave problema con el lanzamiento de un nuevo informe que detalla cómo ha conseguido reducir con éxito la explotación de trabajadores en áreas localizadas como la India. 

¿Cómo? Invirtiendo 15 millones de dólares en más de 40 organizaciones no gubernamentales que trabajan con los afectados en primera línea de guerra; ayudando a detener los abusos laborales, protegiendo los derechos de los trabajadores y cambiando las condiciones estructurales que permiten que condiciones laborales injustas puedan tener lugar. Con todo, en una industria que se estima que vale casi 300 mil millones de dólares no debería haber excusas para el abuso sistematizado de sus trabajadores a ningún nivel. Y a pesar de que la moda ética y sostenible se encuentre cada vez más presente en el discurso de la moda actual, ¿no debería ser ésta la norma?