Si hay una cosa que no le falta a Madrid es historia, y en el plano gastronómico no se quedan atrás. Por eso, casi resulta una obviedad nuestro gusto por visitar restaurantes como Y Lucientes, donde es muy fácil quedarse embobado mirando sus paredes mientras degustamos platos de nuestro recetario más tradicional, pero con ese giro de vuelta que los hacen tan apetecible. ¿Te apuntas? F: Todas las imágenes cortesía de Y Lucientes © Y Lucientes.

Situado a un tiro de piedra de la Casa de Campo y, según nos cuentan, junto a la ermita donde está enterrado el gran artista que da nombre al local (Goya, por si no habías caído aún), nos encontramos con Y Lucientes, una taberna castiza como la que más donde se recupera el sentimiento más chulesco de Madrid, si es que en algún momento se había perdido.

El cuadro ‘La sombrilla’ de Goya sirve como anfitrión en un Y Lucientes donde todo sabe a rica chulería culinaria

Un restaurante regentado por Gonzalo y su familia, al frente de un negocio que entra por los ojos y encanta a nuestro paladar. Y es que si la pintona decoración está a medio camino entre las tascas de siempre y ese gusto por lo afrancesado, que triunfaba tanto en la corte del XVIII, su selección gastronómica no escatima en sorpresas para nuestro agradecido estómago.

Así, de descuidarse, la propuesta gastro de Y Lucientes puede llegar a hacer sombra a todo lo que se proponga. Toda la culpa la tienen platos como sus croquetas de rabo de toro (indispensables), los lomos de sardina ahumada, sus samosas de gambas al ajillo, su ensaladilla rusa, la morcilla en su nido o la oreja de cerdo a la plancha, sus bravas «y Lucientes», el bocata madrileño de calamares, el cachopo tradicional de ternera, su tartar de salmón y aguacate o el arroz meloso con setas y trufa negra, que te deja un sabor en boca de lo más estupendo, regado con un Bailarina con D.O. Madrid.

¿Un postrecín? Ni se te ocurra menearte del sitio sin haber pedido cualquiera de sus helados artesanales o la torrija bañada en leche merengada. ¡Y tan pichis!