Hablar de los premios y galardones que un restaurante haya podido lograr sería quedarnos en la capa más superficial y, quizá, nos nublaría el gusto (y la vista) en una posible próxima reserva. Pero hay ocasiones que esas medallas y/o reconocimientos son solo el inicio de la confirmación que la elección hecha es la adecuada y que nos encontramos ante un restaurante al que no solo precede el aplauso de la crítica sino, presumiblemente, una carta más que deseable. Combarro es un claro ejemplo.

Localizado en el barrio de Chamartín y con más de 40 años de presencia gallega en la capital, Combarro se ha convertido, sin duda, en el mejor puerto de mar en Madrid. Un rango que pocos restaurantes ostentan pero que en este local adquiere un significado aún mayor y más probando todo lo bueno que pueden ofrecer este negocio fundado por Manuel Domínguez en 1973.

Materia prima, sabores del norte y texturas a la gallega, nuestras perdiciones en Combarro

Un Combarro primigenio (el segundo local, Sanxenxo, lo encontramos en el barrio de Salamanca) cuyos pescados y mariscos siguen haciendo salivar de rico gusto al personal pues la lista de exquisiteces es variada y muy completa. Gastronomía típica gallega que no pierde comba en ningún momento y que ofrece una experiencia sofisticada no apta para paladares poco exquisitos.

Ostras y almejas de la Ría, almejas a la marinera, vieiras al natural, centollas gratinadas, anchoas de Santoña, navajas al vapor o bogavantes plancha abren nuestro apetito frente a pescados como su cherna al horno, angulas del Miño o rape al ajillo o con salsa de erizos; carnes como las chuletas de cordero, los callos a la gallega con garbanzos o el xarrete estofado y postres como sus filloas de crema o nata, suflé Alaska o cañas de Carballiño son solo una pequeña muestra de lo que en Combarro podemos encontrar y que nos moriremos por degustar. ¿A qué estás esperando?