No podemos remediarlo. Nos dicen comida americana y empezamos a salivar. Todos tenemos en mente esos grandes éxitos de la cocina al otro lado del charco y es muy difícil que por mucho que te quieras resistir, no cedas ante una comida o cena en un local de esos que beben de la idiosincrasia propia de la cultura que a todos chifla y que tan buenos momentos para el estómago, alma y corazón, deja pero con una vuelta en tradición patria. Hoy, no nos lo pensamos y ponemos rumbo hacia Dingo, que de este tipo de sabores sabe lo suyo. ¡Digo!

Situado en el barrio de Salamanca e insuflando la exacta dosis de modernidad y canalleo nada propia de un distrito casi residencial (por no decir residencial del todo), Dingo celebra la gastronomía estadounidense como pocos en la capital son capaces. ¿Al frente de los fogones? Un José Sacristán (el actor no, el chef) en estado de gracia que domina como nadie el cocinado al grill, mientras que Juan Antonio Lozano se encarga de una sala que habla por sí sola.

Precios asequibles, buena materia prima, impecable labor en cocina y un horario ininterrumpido, los puntos fuertes para que Dingo se convierta en una de tus bazas si lo que quieres es sorprender (y que te sorprendan)

Un ir y venir tanto de locales como de curiosos turistas o visitantes de otros barrios que no dudan en salir del propio para adentrarse en el poco explorado Salamanca por una sabrosa causa. Desayuno, comida, merienda, afterhours, cena o lo que se tercie, Dingo es el place to be no solo si eres una menina guapa o infante hermoso (recuerda que estás en la calle Velázquez) sino si lo tuyo es el buen yantar hasta que el cuerpo diga basta.

Un local diseñado por Estrella Sallietti, de plantas colgantes y ladrillo visto cuyo espíritu a Soho neoyorquino combina a la perfección con especialidades a la yanqui como sus croquetas de pulled pork, lasaña crujiente, king crab, clásico steak tartar, T-Bone 600 gr. o Dingo Burger 225 gr. y otras más de aquí, como su sabroso pulpo al carbón, callos a la madrileña, tortilla de bacalao suflada, espeto de sardinas con ensalada, ½ pollo de grano en su jugo, entraña con sal gruesa y chimichurri o una torrija con helado de arroz con leche en clara contraposición a ese brownie con helado de café al que te costará negarte.

¿Preguntas por los líquidos? Su variada carta de cervezas, así como su repertorio de caldos blancos, rosados, tintos o los cócteles y champanes Ruinart Blanc de Blancs o Moët Chandon se satisfarán antes de que puedas decir pío y puedas alargar la sobremesa. ¿No es, por tanto, otro añadido más para que situemos a Dingo entre nuestras próximas paradas obligatorias si lo que pretendemos es disfrutar?