Hacerse cargo de uno de los mejores restaurantes de Madrid, y de España si nos ponemos exquisitos, no debe ser tarea sencilla y más si se tiene el añadido de saberse sucesor de una chef como María Marte, hecha a sí misma y uno de los referentes a nivel nacional de la nueva gastronomía española que no trasgrede ni disfraza el producto. Tras la marcha de Marte para dedicarse a su familia y a un gran proyecto solidario en su país natal (República Dominicana), José Carlos Fuentes coge el testigo al frente del restaurante El Club Allard. Todo un reto.

Cuando los fieles que se dejaban caer por El Club Allard se enteraron que su chef doblemente estrellada, María Marte, abandonaba el barco para crear una escuela de cocina para mujeres humildes y sin recursos en la República Dominicana, vieron como un pedacito de su corazón más gastro partía con ella. Pero el espectáculo debía seguir, siendo necesaria la búsqueda de un chef que llevara las riendas del local que tan bien había situado Marte desde el punto de vista gastronómico. José Carlos Fuentes sería el elegido.

Tercer chef de la casa, tras Diego Guerrero y María Marte, este barcelonés curtido en los fogones de Carme Ruscalleda, se hace cargo de este emblemático local madrileño inaugurado en 1998 como club privado y abierto al público en 2003. Un templo gastronómico que sigue conservando aquella elegancia y toque glamuroso que solo puede imprimir la perfecta combinación de un edificio de primeros del siglo XX y un planteamiento culinaria del siglo XXI.

Dos estrellas Michelín, un edificio de 1908 y un recién estrenado chef al frente de una carta imponente, como es José Carlos Fuentes, nuestras excusas más que perfectas para tener en El Club Allard, nuestra herramienta gastro idónea para seducir a cualquier compañía

Una nueva etapa que sigue experimentando con modernas sensaciones y que basándose en dos menús degustación diseñados por Fuentes y una variada carta que no da chance a perder el nivel dejado por Marte, prosiguen en su intención de seguir sorprendiendo al cliente con materias primas que ya deslumbran por sí solas.

Alcachofas con shabu-shabu de lomo de gamo, guisadito de tendones y cigala con verduritas encurtidas, gamba roja de Palamós en dos tiempos, pechuga de pichón de Bresse madurado 15 días con parmentier de patata y pan mantou relleno de una rillete de las patas, costilla de cabrito lechal malagueño cocido en la leche de su madre, leche de cabra y hierbas del campo, rodaballo entre salicornias y espinacas con reducción de las espinas y quicos; hirezake de las espinas o la torrija de remolacha, helado de vainilla y leche quemada nos hacen soñar nada más paladearlos, alegrándonos de que la fiesta siga y que volvamos a estar en buenas manos.