By
Bru Romero

¿Alguna vez os ha pasado eso de ir a un restaurante y no solo no saber qué pedir sino hacerlo más allá de tus posibilidades gástricas razonables? Solo unos pocos son capaces de despertarnos ese sentimiento pero cuando aparecen en nuestra vida ya nunca más se van de ella. Es lo que sucede cuando visitamos la casa regentada por Iñaki Camba y Óscar Perálvarez, un restaurante que con solo nombrarlo ya nos alimenta y al que no podemos resistirnos. ¿Volvemos a Arce?

Lleva en Chueca casi 32 años y podemos decir que ya se ha ganado su carácter de clásico. Cuando llegó al barrio, la zona era paraje de la flora y fauna más canalla de Madrid. Hoy todo ha cambiado… menos Arce y su pasión por llegar al corazón del cliente con una propuesta de slow food, de cocina de temporada pero con otra perspectiva.

«¿Hambre, apetito o ganas?» Esta será la pregunta que Iñaki Camba te hará al sentarte a la mesa. ¿Lo que le sigue? Un menú a medida

El negocio familiar de los Camba por el que han pasado chefs como Marian Reguera (Taberna Verdejo), César Martín (LaKasa) o Unai Camba, hijo mayor de Iñaki, que comenzó a dar sus primeros pasos en Arce antes de abrir Kuc. Un lugar en el que el interés porque el cliente se sienta como en casa y el mimo al producto se convierten en las dos columnas sobre las que se asienta este punto de encuentro de los paladares más exquisitos en busca de libertad y autenticidad.

Y es que si hay algo que tienes que tener claro es que lo mejor será que te dejes recomendar. ¿Por qué? Porque la experiencia será aún más completa, una aventura fabricada por y para tus ganas de fantasear, tu interés por saborear entre ostras sobre coulis de tomate, salazón de foie fresco con pera al vino, escabeche de caza en ensalada, yema en cuchara de patata frita y bocado de Idiazábal, las distintas setas (que si siguen recibiendo no faltarán), gramíneas con setas y foie, congrio en ravigote, Wellington de roja y foie con salsa de Oporto, ave de granja en guiso casero, callos con patas y morro (más o menos picantes), presa Ibérica a la sal con puré parmentier al aroma de ajo o unos postres de obrador como la cuajada natural método tradicional, el ruso de chocolate con crema de café y queso fresco o la tarta de limón (a su manera) que nos dejan listos y bien preparados para una sobremesa de lo más placentera.

Si es que los restaurantes familiares es lo que tienen… que jamás podremos decir de ellos que no nos han hecho sentir como en casa. ¡Y cuánto nos gusta ese olor a cocina casera!

Detalles