¿Qué sería la gastronomía española sin la aportación de esas materias primas provenientes de Galicia? ¿Sin el añadido que suponen esas recetas gallegas y sin ese flow que imprimen, desde el primer bocado, esas tierras atlánticas que bien merecen que nos perdamos en ellas? Una comunidad fresca, potente y llena de misterios por descubrir con la que ahora celebramos, pues encontramos en el Bar Carallo otro punto de encuentro para los fans de Galicia, fanáticos de la buena mesa. F: Cortesía de Bar Carallo

Si buscas un gallego en Madrid, ni te lo pienses. El Bar Carallo tiene todo lo necesario para hacerte volar, sin la necesidad de pillarte el puente aéreo

Madrid está lleno de restaurantes gallegos, pero hay pocos como el Bar Carallo. Desde que te sientas a la mesa, en plena calle de Serrano, te das cuenta de que no es un gallego más. El sueño hecho realidad del empresario hostelero Kike Sierra, que siempre quiso abrir un gallego en la capital. Un restaurante que aúna lo tradicional de un recetario por todos disfrutado, pero que responde al gusto moderno de los paladares más salivados y en horario ininterrumpido. Un local tan brutal como la propia arquitectura del local, donde Johnny Setjo y Pucho Landin se afanan en hacer magia con un producto que se vende solo. Lo consiguen.

El Bar Carallo es más que un restaurante, más que un furancho gallego, un lugar que te abraza desde que llegas y no te suelta ni en la sobremesa, porque el gallego y la gallega cuando ofrecen lo hacen de verdad. De ahí, que en el Bar Carallo nos topemos con una cocina en estado puro, con una carta asesorada por el chef Julio Miralles y un servicio a la altura de lo que se espera de la hospitalidad feita en Galicia.

Una tradición bien entendida y ejecutada que se rebela y consigue el 10, que le alegra el día a esos estómagos que buscan algo diferente. Un hotspot que se gana el rango de un solo bocado a su pulpo, que preparan de hasta seis formas distintas, las croquetas de zorza, el bacalao con grelos y orecchiette, la tortilla de Betanzos con lacón y queso de tetilla, el mollete de calamar potera con ralladura de limón, sus ostras, las cigalitas marinadas en AOVE y jugo de limón, sus almejas al Petroni blanco o su entrecotte de vaca rubia gallega a la brasa. Y sí, también su tarta de queso azul caliente, que es un verdadero regalo de los dioses o meigas gallegas, por tirar más para el Atlántico. ¡Ay, carallo!